|
|
¿Sabemos escribir sobre la
historia de la música? Por Elisa Rapado Jambrina. Lee su curriculum.
"(...) Una creación musical es autónoma si consigue elevarse y ser oída por sí misma, dando así precedencia a la forma sobre la función, y si constituye una obra de arte en sentido moderno, es decir, una obra libremente concebida y realizada sin influencias por parte de un patrón o comprador con respecto a su contenido o a su forma externa". Dahlhaus 1983 [1977]: 109 Introducción: A lo largo del pasado sábado, 29 de Marzo, se celebró en Zaragoza un ciclo de conferencias en torno a la figura de Karl Dahlhaus, una figura fundamental para comprender cómo ha cambiado la manera de comprender y escribir la historia de la música en el siglo XX. A aquellas personas para quienes el nombre de Dahlhaus no sea una referencia suficientemente clara, les invito a continuar leyendo este artículo y consultar la bibliografía final. Es característico de la manera de escribir la historia de la música en el siglo XIX un especial fervor y atención a los grandes nombres de la historia: Por citar un ejemplo, Bach, Beethoven, Mozart se convierten en referencias indiscutibles e indiscutidas, desde las cuales se analiza y valora la producción de compositores que fueron sus contemporáneos. Este tipo de historiografía no tiene en cuenta que estos grandes nombre constituyen más bien una excepción que una norma en el ambiente musical que vivieron y, por decirlo así, convierten en un estudio de segunda categoría a figuras como pueden ser Telemann, Spohr o Hasse (contemporáneos de Bach, Beethoven y Mozart, respectivamente). El objeto de estudio de la historia de la música trata de explicar lo general en base de la particularidad de los grandes nombres, lo cual suele llevar a generalizaciones que siempre perjudican la comprensión y valoración del papel que estos compositores, llamados menores, tuvieron en su sociedad y entorno. Además, el hecho de considerar como autoridades indiscutidas a los grandes nombres es, en sí mismo, un exceso de confianza, una idealización de estos músicos. Con un espléndido bagaje cultural y como historiógrafo convencido, el musicólogo alemán Karl Dahlhaus reaccionó contra esta manera de escribir la historia y fundamentó un tipo de escritura histórica que se denominó Strukturgeschichte o historia estructural. Naturalmente esta idea estaba basada en el estudio y comprensión de otros autores, como es el caso de los historiadores estructuralistas franceses (relacionados con Fernand Braudel) y la escuela de Frankfurt (Walter Benjamin). La historia estructural considera que la obra musical es la base de estudio de la historia de la música. Se considera que la obra, el producto musical, puede estudiarse de forma autónoma, sin relación con la trayectoria vital y profesional de su compositor ni una profundización en el contexto cultural que rodea a la pieza. Esto, llevado a sus extremos, parece propugnar una forma de escribir la historia basada exclusivamente en el análisis formal, en el sistema constructivo de la pieza. En el coloquio sobre Dahlhaus se comentó que esto, llevado al extremo, puede llegar a convertirse en una historia de obras musicales separadas y apartadas entre sí, o bien en un estudio de departamentos cerrados, que consistirían en grupos de obras agrupadas según el género de la pieza (sinfonía, cuarteto etc), o bien a partir de procedimientos comunes en el país de donde proceden, y otras agrupaciones parecidas. Una montaña de piezas congeladas y colocadas ordenadamente en montoncitos similares constituye un catálogo de museo, y no una historiografía. Pero Dahlhaus no cayó en ese error, y su prosa lógica tenía como base una permanente reflexión, una revisión constante de sus planteamientos, que, por suerte, le impedía ser enteramente consecuente con las ideas estructurales. Si no hubiera sido así, se habría perdido su mayor aportación a la historia de la música, que, según el diccionario Grove de música y músicos, puede resumirse en lo siguientes apartados: 1. La reestabilización de la estética como una disciplina central dentro de la musicología. 2. La elaboración de un marco intelectual para la historia y análisis de la música de vanguardia del siglo XX. 3. Un ensanchamiento de los campos de estudio para incluir la musicología sistemática, historia institucional, música de salón y otros sujetos semejantes. 4. El resurgir de un interés histórico en la cultura musical del siglo XIX. Pero quizá su mayor contribución a la historiografía musical fue su firme convicción de que era necesaria una metodología plural y reflexiva. Efectivamente, en sus ensayos puede cambiar la metodología que emplea, justificando las razones por las que lo decide así (generamente, cambia el método cuando el que empleaba hasta el momento se revela muy limitado para lo que intenta explicar), y siempre analizando además las propias limitaciones del método que finalmente elige. Esta cualidad reflexiva convierte sus ensayos en conversaciones consigo mismo, en las que constantemente cambian las propias ideas. En esto consiste su particular e intersantísima dialéctica. Esta idea de la reflexión sobre la propia metodología motivó la celebración de este coloquio en torno a la figura de Dahlhaus. Todos los ponentes que participaron en el mismo subrayaron la necesidad de construir un sistema metodológico apropiado para abordar el estudio de la musicología en España, ya que en nuestro país no existe una fuerte tradición de historiografía musical a deconstruir, como sí sucedía en Alemania con la historia musical de grandes nombres. Sin embargo, en España sí que se publican libros pedagógicos, historias de la música y otros libros de modesto alcance que tienen cierta difusión entre los estudiantes de las escuelas, institutos y conservatorios. La necesidad de reflexionar por una parte sobre cómo deben escribirse este tipo de libros para que de este modo ordenen la mente de nuestros estudiantes mediante un método de estudio versátil y moderno y, por otra parte, sobre cómo debe abordarse el estudio musicológico de alto nivel (en forma de conferencias, tesis doctorales, y cómo plantear una metodología útil en el círculo universitario y en el Conservatorio Superior) parece justificar por sí misma la celebración de este encuentro tan interesante con la figura de Dahlhaus. Esto me lleva ahora a desvelar el planteamiento metodológico que he seguido para introducir el resumen de este Coloquio Dahlhaus: Comenzar este artículo diciendo "el musicólogo alemán Karl Dahlhaus es uno de los pensadores y escritores musicales más influyentes de nuestro siglo" habría supuesto caer en el error de la historia de los grandes nombres, típica de la idealización del siglo XIX. Con los puntos anteriormente expuestos, espero haber explicado claramente las cuestiones concretas que explican la pervivencia de las ideas de Dahlhaus en nuestro tiempo y las excelentes consecuencias que pueden derivarse del estudio del papel que tiene su particular metodología en la historia de la música. Debemos la celebración de esta actividad a Juan José Carreras, de la Universidad de Zaragoza. El coloquio se pudo seguir de un modo excelente, gracias a un dossier documental preparado por Pablo Rodríguez, de la Universidad de la Rioja, que actuó como coordinador. El interés de estas actividades me lleva a intentar solicitar un permiso especial para citar la bibliografía y resumir las conferencias y las intervenciones. Si el resultado de las gestiones es positivo, el mes próximo la revista Filomúsica podrá dedicar de nuevo un espacio al interesantísimo problema de la historiografía musical de nuestro tiempo.
|