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THE VERY BEST OF...
Por
Rubén Flórez Bande
EMI publica una
serie de dobles CD´s dedicada a cantantes de ópera de los que nos ha
remitido tres, y los tres de cantantes españoles: Montserrat Caballé, José
Carreras y Plácido Domingo. Allá vamos:
Montserrat Caballé
Los discos dedicados a esta soprano catalana, que recientemente ha
cumplido ya los 70 años, muestran un amplio espectro de todo lo que ha
hecho esta singular artista, a lo largo de su amplia y aún continuada
carrera.
El primer disco se abre con una selección verdiana. "Ritorna vincitor" y
"Qui Radamés verrà... O patria mia" de Aida, son las dos primeras
piezas, de una "joven" (1971) Caballé, que no llega a los logros de ella
misma tres años después en la grabación de la ópera completa junto a
Domingo. Aquí aparece ya su musicalidad, y lirismo, pero le falta esa
expresividad tan alabada en la grabación completa, le falta quizás cierta
matización expresiva en alguna frase, pero son unas grandes lecciones de
canto. Guadagno cumple como "maestro concertatore", que ya es decir.
Sigue el recorrido verdiano, con "Pace, pace mio Dio" de La Forza del
destino y "Una macchia è qui tutt´ora" de Macbeth, con las
mismas características que las anteriores, muy bien cantadas, pero que aún
les falta madurar, mucho lirismo, pero no tienen por ejemplo, el
dramatismo de una Callas. Guadagno sigue acompañando correctamente.
El recorrido verdiano termina, con una de las joyas de esta mujer, y de la
discografía verdiana en general, su Isabel de Valois, del Don Carlo:
la Caballé interpreta un "Tu che la vanitá" que curiosamente, siendo
compañera en fechas de las anteriores arias, tiene aparte de musicalidad
un gran contenido dramático y expresivo; puede que ayudara la batuta,
Giulini, siempre atento a todo detalle, y con la que la soprano se
encuentra a gusto, consiguiendo así un aria con grandes dosis de angustia.
El disco prosigue con el aria "L´altra notte in fondo al mare" del
Mefistofele de Boito, con cierto aroma verdiano; la soprano da una
interpretación muy cuidada y bien cantada. Y a continuación "Voi lo
sapete, o mamma" de la Cavalleria Rusticana de Mascagni, donde sí
se muestra plenamente dramática la soprano, ya no quizás tan atenta a lo
"bonito" sino al valor de la expresión, pero sin perder el lirismo que le
caracteriza, quizás la batuta de Muti sea demasiado "hiriente", pero a
esta partitura no le viene mal.
En el aria de Guillermo Tell "Ils s´éloignent enfin... Sombre
forêt" la Caballé canta muy concienzudamente este Rossini serio, en el que
ella siempre se sintió a gusto, como en Tancredi y Semiramide
por ejemplo, canta con mucha dignidad, sin caer en una versión
encorsetada.
Y el primer disco termina con una selección del recital que grabó con el
pianista Alexis Weissenberg en 1979. La primera piececita es el Canto
a Sevilla de Joaquín Turina, donde la Caballé se muestra graciosa,
pero con una dicción, curiosamente en castellano poco clara, preocupada
más en hacerla bonita. Y termina el disco con las Cinco canciones
negras de Montsalvatge muy bien acompañadas al piano por Weissenberg,
pero en las que la soprano patina de morros, intenta darle la gracia, pero
no lo consigue, intenta mostrar nostalgia, pero no lo consigue... todo se
queda en buenas intenciones.
El segundo disco, dedicado a esta soprano, esta compuesto únicamente por
arias de Puccini y Bellini. Se abre el disco con "In quelle trine morbide"
de la grabación completa de su Manon Lescaut, con Bartoletti a la
batuta y que nos da uno de los mejores Puccini de la soprano catalana.
Las arias de Mimí de La Boheme ( "Sì. Mi chiamamo Mimí" y "Donde
lieta uscì"), si bien están perfectamente cantadas, les falta la
inocencia, y la "niñería" si se puede llamar así, que exige esta
partitura, se quedan en una versión cartón-piedra, lo que igualmente se
podría decir de su Madama Butterfly ("Un bel dì vedremo" y "Tu,
tu, piccolo iddio!"). La Tosca en cambio tiene auténticos logros,
óigase si no la grabación con Carreras y Colin Davis dirigiendo, soberbia,
desligándose de la actriz descarnada de una Callas, y sumiéndose en una
mujer más lírica, con sentimientos, más a flor de piel, y sin tanto juego
psicológico; aquí se nos da un "Vissi d´arte" de auténtica maestría. Su
Turandot para mí es confusa, mucho adornar, mucho edulcorar el
sonido, y en vez de mostrarnos una princesa en toda su grandeza, se nos
muestra una princesa que duda... no me acaba de convencer: se incluye "In
questa Reggia" (acompañada dignamente por Lombard y secundada por un
forzado Carreras), aparte de "Signore ascolta" y "Tu che di gel sei cinta"
del papel de Liu, procedentes del recital de 1975 con Mackerras.
La selección pucciniana se completa con dos delicias el "O mio babbino
caro" de Gianni Schicchi, caballo de batalla de la Caballé, y el
"Chi il bel sogno di Doretta" de La Rondine, con una coquetería
de mucho gusto. La batuta de Sir Charles Mackerras, es perfecta como
acompañante, plegándose a las exigencias de la soprano, pero rescatando
ciertos detalles tímbricos de las partituras a los que era tan propenso
Puccini, y que siempre son gratos de escuchar. Y el recorrido por el saber
cantar de la Caballé, se termina, con otro de sus caballos de batalla, el
bel canto, y con una sorprendente, dramática y colorista versión de la
Escena final, de Il Pirata de Bellini, una joya que hay que
tener... después de la de Callas.
José Carreras
José Carreras grabó bien poco para la EMI y quizás por ello se nos dé un
programa tan raquítico en cuanto a obras y compositores, pero vamos con
los resultados:
El primer disco, al igual que el de la soprano catalana, se abre también
con Verdi, y también en este caso con Aida, en la versión que
grabara junto a Mirella Freni, y a las órdenes de Karajan. El resultado es
bien decepcionante, Carreras no es una voz para Radamés, demasiado fuera
de sitio, demasiado forzada, me viene a la cabeza una frase de un amigo
que lo define a la perfección, "Nemorino en la corte del faraón", y tiene
toda la razón, tampoco es que el acompañamiento sea de lujo, un Karajan
aplastante, sin compasión, haciendo sonar Verdi, como si fuera música de
marchas prusianas. La Freni hace lo que puede, pero tampoco es una voz
idónea para Aida, los dos se muestran fuera de sitio en la escena final de
la ópera. Convincente sin más la Amneris de la Baltsa. La selección de
arias es "Se quel guerrier io fossi!... Celeste Aida", un sin sentido
final del III acto "Pur ti riveggo, mia dolce Aida" y la escena final de
la ópera "La fatal pietra sovra me si chiuse".
El disco sigue con el aria de Macduff, del Macbeth verdiano "O
figli, o figli miei!... Ah, la paterna mano". Carreras no tiene la voz de
un Bergonzi, pero convence también. En cambio su Turiddu, de
Cavalleria Rusticana al igual que su Canio de Pagliacci son
forzados hasta la exageración, en ocasiones chillados y con muy mal gusto.
Lo único que se salva es la dirección de Muti, hiriente, salvaje,
punzante, dejando muy atrás al tenor español. De Cavalleria se
seleccionan "Tu qui, Santuzza?" (con la Caballé) "Intanto amici... Viva il
vino spumeggiante" (quizás lo mejor de la selección) y una despedida de la
madre, que más bien parece un berrinche de un niño consentido, "Mamma,
quel vino è generoso". De Pagliacci, "Un grande spettacolo... Un
tal gioco, credetemi", un chillón "Recitar!... Vesti la giubba" y un final
de la ópera "No, Pagliaccio non son" de psiquiátrico, porque son todo
gritos. En cambio, su Calaf (en el Turandot de Puccini) tiene más
peso, intenta rebuscar el toque dramático no sin ello seguir forzando, es
mucho papel, para tan poca voz, pero lo intenta dignificar, sobre todo en
el "Nessun Dorma" aunque en ocasiones dé la sensación de que se esté
ahogando.
El segundo disco dedicado a Carreras se vuelve abrir con otra selección de
una grabación de Don Carlo, otra vez con Mirella Freni, como
Isabel de Valois, y el contundente y otra vez aplastante acompañamiento de
Karajan. No está aquí tan perdido Carreras como en su Radamés, pero la voz
sigue sin estar en su sitio, se echan de menos un Bergonzi o un Domingo,
la Freni es lo mejor del reparto, con una Isabel muy lírica, y no tan
ominosa, está bárbara en el duo "Perduto ben, mio sol tesor". Capuccilli
como Posa está algo oscuro, pero muy noble en el dúo "Dio, che nell´alma
infondere"; en este dúo Karajan se pasa de rosca, y el tema de la amistad
parece la Obertura 1812 de Tchaikovsky, pura marcialidad.
El resto del segundo disco está dedicado a la ópera francesa, con mejores
resultados que en las selecciones anteriores. Toda esta selección está
sacada de un recital, con la Orquesta del Covent Garden, y dirigidos por
Jacques Delacôte. Empieza con el "Aria de la flor" de Don José, de la
Carmen de Bizet; no es Domingo, pero su dicción es mucho mejor, una
lectura muy idiomática, mucho mejor que en la grabación que tiene de la
ópera completa con Karajan. Sigue el disco con el "Quel trouble inconnu me
pénètre... Salut! demeure chaste et pure" del Fausto de Gounod,
cantada con una dicción francesa impecable, con un timbre muy juvenil, no
pidiendo grandes excesos del tenor, y con una mezzavoce, casi susurrada,
muy cuidada. Le sigue "L´amour, l´amour... Ah! lêve-toi, soleil" del
Romeo y Julieta, de un intimismo muy conseguido, como si estuviera
cantando en secreto. "Source délicieuse" de la poco conocida Polyeucte
de Gounod, está también cantada con esa melosidad de la ópera francesa, y
gran fuerza.
Acabando con Gounod, pasamos a otro grande la ópera francesa, Jules
Massenet. Una de las mejores arias que hayan salido de su pluma "Ah! tout
est bien fini... Ô Souverain, ô juge, ô pere" de El Cid, está
cantada con total grandeza, quizás le falte empaque a la voz, algo más de
robustez, pero de todas maneras convence. "Ce monde que je vois... Ah!
qu´il est loin mon pays" de Sapho, muy sufrida y "exótica" en
cuanto a orquestación. El "Ne pouvant réprier les élans... Adieu donc,
vains objets" de la Herodiade, con un inicio muy nostálgico,
acaba en "rabia" contenida, toda una gran progresión psicológica. De
Halèvy, su aria más famosa para tenor "Rachel! Quand du Seigneur" de
La Judía, con cierto toque verista, hace un aria que conmueve, a flor
de piel. De Meyerbeer, otro grande de la ópera francesa, también otra aria
archiconocida "Pays merveilleux... Ô paradis" de La Africana.
Carreras no es Kraus, y se nota, le falta cierto vuelo a esta aria,
quedando algo plana. Y de Lalo, una curiosidad, "Puisqu´on ne peut
fléchir... Vainement, ma bien-aimée" precioso el diálogo inicial del
violoncello, y la melodía "infantil" en la que se sostiene el aria. Y para
finalizar el disco, una selección de La Périchole ("Le conquérant
dit à la jeune indienne", "Vous at´on dit souvent", "Et là maintenant que
nous sommes seuls" y "On me proposait d´être infâme") de Offenbach junto
con Teresa Berganza, cantando los dos con mucha gracia y salero, aunque la
Berganza esté ya algo gastada, pero con mucha chispa. Plasson acompaña muy
bien.
Plácido Domingo
Al contrario que José Carreras, Domingo, grabó (y graba) mucho más, y más
variado. Este doble CD nos permite recorrer casi todo su repertorio aunque
repita algun aria del anterior. Empezamos:
El primer disco, sorprendentemente, se abre con arias de Mozart para
tenor, papeles que bien poco ha trabajado el cantante madrileño. "Il mio
tesoro" de Don Ottavio, en Don Giovanni, "Un aura amorosa" del
Così fan tutte y el "Dies Bildnis ist bezaubernd schön" que canta
Tamino, en La Flauta mágica, todas están correctamente cantadas,
pero sin el menor estilo mozartiano, y con un exceso de voz; más
matización no le vendría mal, pero sirve más o menos, para ver por donde
irían los tiros, si se hubiera arriesgado a ello, nada que ver con un
Wunderlich, un Gedda, un Dermota... Para acabar con Mozart, una
extravagancia del divo, cantar "La cì darem la mano" haciendo de Don
Giovanni (sí, ya sé que Domingo empezó de barítono, pero su actual
voz, no está para estas cosas), muy mal gusto, y farragosa, mucho mejor la
Zerlina de Susan Graham que sí parece estar en su sitio.
Continuamos con otra rareza, un Haendel, el aria "Vani sono i lamenti...
Svegliatevi nel core" del Julio César, en ella no se ve nada de
barroco por ningún lado, todo cantado de forma muy elegíaca, otra vez con
demasiado volumen, pero fuera de texto, tampoco ayuda mucho la dirección
de Eugene Kohn. De Haendel pasamos a Meyerbeer (¿qué tendrá que ver el uno
con el otro?) a oír otra vez "Pays merveilleux... Ô paradis" que ya había
cantado Carreras. Mucha más voz Domingo, pésima dicción en francés, pero
que tiene un "no-sé-qué" que engancha. Seguimos con ópera francesa, y
repetimos otra vez "Quel trouble inconnu me pénètre... Salut! demeure
chaste et pure" no es tan incisivo como un Alagna o un Carreras y da una
sensación de pesadez, en cambio en "Ah! tout est bien fini... Ô Souverain,
ô juge, ô pere" de El Cid, convence mucho más que Carreras, pese
a la dicción de Domingo: mucho más empaque, mucho más chorro de voz, mucho
más solemne.
Del francés nos pasamos a los rusos, uno de los últimos éxitos de Domingo,
aquí nos encontramos con dos muy buenas versiones del Aria de Lensky del
Eugene Onegin, muy sentida, y dolorosa y una vistosa Net, tol´ka tot,
kto znal (más conocida por su título inglés "None but the lonely
heart"), posiblemente la canción más conocida de Tchaikovsky; lo que sí
que no ayuda mucho es la dirección de Randall Behr, algo despistada, y
poco entregada.
El Puccini de Domingo siempre ha tenido su fama, y estos registros algo lo
demuestran. Empiza con dos arias del Des Grieux de Manon Lescaut
("Donna, non vidi mai" y "Ah, Manon, mi tradisci", está última tambien en
compañía de Caballé, procedente de su grabación de la ópera completa),
unas versiones muy ensoñadoras, y con una voz que está aquí jovencísima,
convence como el joven protagonista. El Cavaradossi de Domingo puede que
sea el mejor de la última mitad del siglo XX pero en la versión de
Tosca que tiene con la Scotto, su voz ya estaba algo resentida, le
falta la frescura de antaño, pero sigue sentando cátedra ("Dammi i
colori... Recondita armonia" y "E lucevan le stelle"). La dirección de
Levine es algo alocada. Finaliza la selección pucciniana con un aria poco
frecuente, "Ch´ella mi creda" de La fanciulla del West, una
lectura muy efusiva.
Del Mefistofele de Boito, "Dai campi, dai prati" no me acaba de
convencer, le falta chispa, y parece como si estuviera cantanda sin la
entrega que requiere, aunque Rudel como director pone de su parte. Otra
rareza es el aria "Virgini Muse... Quando al soave anelito" del Nerone
de Mascagni, cantada con mucha fuerza, como si fuera un himno, muy
conseguida, aunque se oiga algo distante, cosas del productor.
Y ahora llegamos a un tema controvertido, el "caso Wagner" de Domingo,
para unos una maravilla, para otros prescindible; bien, yo hasta ahora
sólo le conocía un primer acto de La Walkiria, con Barenboim, y
no me decepcionó, no es un wagneriano de pro, pero le transmite cierto
lirismo mediterráneo a estas interpretaciones; quizas le falte matización,
pero chorro de voz, y empaque tiene, quizás no sea la ortodoxia pura, pero
no me decepciona ("O sink hernieder, Nacht der Liebe" del Tristán e
Isolda, con una muy buena Deborah Voight y la "Canción de la Fragua"
de Sigfrido con un Pappano que parece que está dirigiendo un
musical... raro en él).
El segundo disco empieza con un caballo de batalla de Domingo, Verdi. Su
"Se quel guerrier io fossi!... Celeste Aida" es una referencia, nada que
ver con la ñoñería de Carreras, aquí está todo en su sitio, cantado con
mucha nobleza, también la batuta de Muti está a la altura. Sigue otra
especialidad de la casa, el Riccardo (o Gustavo) de Un ballo in
maschera ("Su, profetessa... Di´tu se fedele" y "Forse la soglia
attinse... Ma se m´è forza perderti") de su primera grabación de la ópera
con Muti, muy juvenil y convincente, recuerda al buen Bergonzi. No está
convincente en "O tu che in seno agli angele" de La Forza del Destino,
algo destemplado. Su Don Carlo ("Su, cacciator...
Fontainebleau!..), de lo mejor de su discografía. Y una muestra no tan
buena de otro de sus caballos de batalla, el Otello, aquí ya
"mayor", un "Niun mi tema" con John Baker, que no tiene nada que ver, con
otras versiones anteriores. El disco discurre, con algún que otro relleno
de arias de operetas de Strauss, Lehar, Keller, muy mal cantadas y fuera
de estilo, aunque él lo intente; eso sí, la lectura de Rudel es muy buena,
todo un gran concertador. El disco también recoge romanzas de zarzuela,
como "Mi aldea" de Los Gavilanes de Guerrero, "La canción del
sembrador" de La Rosa del azafrán, "No puede ser" de La
Tabernera del Puerto de Sorozábal, "Coplas de Ronda" de Francisco
Alonso, todas muy bien cantadas, es un maestro en este repertorio. También
hace dos dúos con Manuel Barrueco a la guitarra de canciones de Rodrigo
como Copillas de Belén y Coplas de un pastor enamorado
donde se prefiere el intimismo de la guitarra, al chorro de voz de
Domingo, y termina el disco con una canción popular española, y el
Jealousy Tango de Jacob Gade.
En definitiva unos discos que cumplen con su función, dan a conocer el
saber hacer (bueno o malo, según el caso) de estos tres cantantes
españoles.
REFERENCIAS:
THE VERY BEST OF MONTSERRAT CABALLÉ (varios autores, orquestas e
intérpretes)
EMI 5 75891 2 (2 CD's)
THE VERY BEST OF JOSÉ CARRERAS (varios autores, orquestas e
intérpretes)
EMI 5 75903 2 (2 CD's)
THE VERY BEST OF PLÁCIDO DOMINGO (varios autores, artistas e
intérpretes)
EMI 5 75906 2 (2 CD's)
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