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MERECIDO HOMENAJE,
EXCELENTE CONCIERTO
Sevilla, Teatro de la Maestranza. 26 de
marzo. Temporada de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Barry Douglas,
piano. Juan Luis Pérez, director. Obras de Bartók y Tchaikovsky.
Por
Fernando López Vargas-Machuca.
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curriculum.
La
Asociación de Amigos de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla ha tenido a
bien entregar el Premio Paraíso de esta temporada a Juan Luis Pérez. Me
parece perfecto, porque el maestro jerezano -a quien
entrevistamos
en un número anterior de FILOMÚSICA- es un modelo de honradez, modestia y
amor al trabajo. Él no sólo ha colaborado infinidad de veces con la
formación sevillana en calidad de director de programas de abono, de
conciertos para escolares, de grabaciones y, trabajo que difícilmente se
reconoce, de asistente de batutas de renombre. También le ha sacado las
castañas del fuego en más de una ocasión para salvar a última hora un
concierto, aun a sabiendas de que los resultados -por la premura de la
sustitución- podían dejar que desear. Iba siendo tiempo, pues, de realizar
este merecidísimo reconocimiento.
La entrega tuvo lugar el primero de
los tres días en los que el maestro se ponía al frente de la ROSS para
ofrecer un programa integrado por obras de Bartók y Tchaikovsky. Quien
esto suscribe asistió al tercero -una velada matinal llena de público
joven-, y se encontró con otro "obsequio" al director: la orquesta tocó
con una perfección técnica deslumbrante, superior al notable nivel medio
que ya de por sí suele exhibir. Claro está, en semejantes resultados tuvo
que ver también la labor de la batuta, que ofreció igualmente una de las
mejores actuaciones que se le recuerden. No sólo por su equilibrio,
claridad y lógica constructiva, sino también por la intensidad emocional
-sin puntos muertos- que imprimió a la flojísima Sinfonía nº 3, Polaca,
ofrecida con garra y convicción pero sin caer en la retórica ni en la
vulgaridad que asoma en la propia partitura. Del mejor Tchaikovsky que ha
ofrecido la orquesta, netamente superior al flojo de Lombard y comparable,
como mínimo, al que ofreciera hace años Temirkanov.
Por lo que respecta a la primera
parte, Pérez acertó de pleno al programar -nos consta que en este caso fue
decisión suya- el Concierto para piano nº 1 de Béla Bartók, una
obra maestra que aún no se había asomado por la ROSS. Excelente aquí de
nuevo su labor y la de la orquesta, aunque se pudiera echar de menos el
colorido de las grandes versiones discográficas (lo que tampoco podemos
pedir aquí, claro está). Decisiva la intervención del prestigioso pianista
norteamericano Barry Douglas. Si en la anterior temporada no convenció a
quien esto suscribe con el Tercero dada la sequedad de su toque y
escaso vuelo lírico, en la presente ocasión tales maneras de hacer
resultaron adecuadas a la partitura. El éxito entre el público fue enorme.
Lo dicho: merecido homenaje, extraordinario concierto.
Página de la ROSS:
http://www.rossevilla.com/
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