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Número 40º - Mayo 2.003


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MERECIDO HOMENAJE,
EXCELENTE CONCIERTO

 

Sevilla, Teatro de la Maestranza. 26 de marzo. Temporada de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Barry Douglas, piano. Juan Luis Pérez, director. Obras de Bartók y Tchaikovsky

Por Fernando López Vargas-Machuca. Lee su curriculum.

 

La Asociación de Amigos de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla ha tenido a bien entregar el Premio Paraíso de esta temporada a Juan Luis Pérez. Me parece perfecto, porque el maestro jerezano -a quien entrevistamos en un número anterior de FILOMÚSICA- es un modelo de honradez, modestia y amor al trabajo. Él no sólo ha colaborado infinidad de veces con la formación sevillana en calidad de director de programas de abono, de conciertos para escolares, de grabaciones y, trabajo que difícilmente se reconoce, de asistente de batutas de renombre. También le ha sacado las castañas del fuego en más de una ocasión para salvar a última hora un concierto, aun a sabiendas de que los resultados -por la premura de la sustitución- podían dejar que desear. Iba siendo tiempo, pues, de realizar este merecidísimo reconocimiento.

La entrega tuvo lugar el primero de los tres días en los que el maestro se ponía al frente de la ROSS para ofrecer un programa integrado por obras de Bartók y Tchaikovsky. Quien esto suscribe asistió al tercero -una velada matinal llena de público joven-, y se encontró con otro "obsequio" al director: la orquesta tocó con una perfección técnica deslumbrante, superior al notable nivel medio que ya de por sí suele exhibir. Claro está, en semejantes resultados tuvo que ver también la labor de la batuta, que ofreció igualmente una de las mejores actuaciones que se le recuerden. No sólo por su equilibrio, claridad y lógica constructiva, sino también por la intensidad emocional -sin puntos muertos- que imprimió a la flojísima Sinfonía nº 3, Polaca, ofrecida con garra y convicción pero sin caer en la retórica ni en la vulgaridad que asoma en la propia partitura. Del mejor Tchaikovsky que ha ofrecido la orquesta, netamente superior al flojo de Lombard y comparable, como mínimo, al que ofreciera hace años Temirkanov.

Por lo que respecta a la primera parte, Pérez acertó de pleno al programar -nos consta que en este caso fue decisión suya- el Concierto para piano nº 1 de Béla Bartók, una obra maestra que aún no se había asomado por la ROSS. Excelente aquí de nuevo su labor y la de la orquesta, aunque se pudiera echar de menos el colorido de las grandes versiones discográficas (lo que tampoco podemos pedir aquí, claro está). Decisiva la intervención del prestigioso pianista norteamericano Barry Douglas. Si en la anterior temporada no convenció a quien esto suscribe con el Tercero dada la sequedad de su toque y escaso vuelo lírico, en la presente ocasión tales maneras de hacer resultaron adecuadas a la partitura. El éxito entre el público fue enorme. Lo dicho: merecido homenaje, extraordinario concierto.

 

Página de la ROSS: http://www.rossevilla.com/