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CARTA ABIERTA DEL EDITOR Por Daniel Mateos Moreno, Editor de Filomúsica. Esto no pretende ser un artículo, sino unas brevísimas reflexiones en conmemoración del cuarto aniversario de Filomúsica. Casi sin darnos cuenta, ya llevamos cuatro aZos de andadura. La pregunta a la que daremos respuesta en estas líneas es compleja: ¿Qué lugar ocupa Filomúsica con respecto al resto de las publicaciones de música clásica? Durante este tiempo, como editor, he conocido a multitud de personas y he tenido multitud de experiencias positivas y cuestiones con las que lidiar y que no tienen cabida en estas breves notas. Es esto lo que nos caracteriza: el amplio espectro de colaboradores y de audiencia que nos lee y al que va dirigido nuestra publicación. En este sentido, normalmente las revistas de música clásica se especializan en ciertos tipos de música, lo cual tiene coherencia con el hecho de que sus articulistas se convierten en contratados fijos. Sin embargo, la particular idiosincrasia de Filomúsica nos permite dar cabida a más articulistas que en otras revistas de música clásica, por lo que nuestra publicación es infinitamente más rica en variedad de opinión y de conocimientos, con articulistas especializados en temas muy distintos y de países diferentes, y por tanto desde diferentes -a veces hasta enfrentados- puntos de vista. Todo ello ha tenido un efecto colateral inevitable: Publicamos artículos de muy distintos niveles. Nuestra publicación no es exclusiva ni para el músico profesional ni para el musicólogo. A mi entender, esto es una virtud ya que a veces las reflexiones más sencillas plantean problemas mucho más complejos, a la vez que esta variedad nos permite atraer una variedad paralela de público interesado en la música clásica y por tanto tener un impacto mayor en la sociedad; sociedad occidental la nuestra, tan necesitada hoy día de un acercamiento, sea cual sea la vía, hacia la música culta del pasado y del presente. Huir de la especialización barbárica es algo que siempre hemos pretendido en Filomúsica. En EspaZa, el país donde tiene su cuna esta publicación, la musicología parece haber comido totalmente el terreno universitario que le correspondería a la música, y como bien indica el entrevistado de este mes, el músico se ha convertido más en un artesano -recluido en el Conservatorio- que en un intelectual comprometido con la sociedad y con el resto de los artistas. Esto no es culpa de la musicología como disciplina ni de los musicólogos, los cuales han dignificado su profesión en las universidades espaZolas. No obstante, la lectura del libro Políticas de la postmodernidad debería ser obligatoria para todos los músicos y musicólogos de nuestro país. En consencuencia, entre muchos profesionales en EspaZa existe el pensamiento de que las revistas "serias" de música clásica han de ser revistas de musicología. Este pensamiento es muy particular de nuestra cultura latina y totalmente opuesto a la practicidad, a veces tan conveniente, de la cultura anglosajona. Estas revistas musicológicas tratan campos muy parciales del conocimiento musical y que en la práctica no suelen interesar a los músicos, ya que se encierran en la arqueología de la música. Por tanto, el espectro de audiencia de Filomúsica recorre todos los perfiles posibles: el músico consagrado, el musicólogo, el profesional, el aficionado, aquel alumno que busca información para realizar un trabajo y aquellos curiosos que se adentran por primera vez en la música clásica a través de nuestras páginas. Por poner un ejemplo peculiar, tenemos constancia de que músicos de la talla de Daniel Barenboim han leído Filomúsica (y muchos otros de los que no revelaré sus identidades), a la vez que recibimos multitud de emails de aficionados. Igualmente, nuestra revista está incluida y archivada, número a número, en universidades norteamericanas, y también en algunas espaZolas. A nivel comercial, las principales casas discográficas consideran cuidadosamente nuestras críticas y colaboran con nosotros. A nivel intelectual, la cantidad de profesores universitarios, catedráticos y músicos relevantes que han escrito en nuestra revista es abrumadora. Un artículo publicado en Filomúsica puede tener un impacto inimaginable, no sólo por lo que demuestran los datos y las estadísticas, sino por los efectos y situaciones que desencadenan y que siempre permanecerán en el libro de los secretos del editor de esta publicación. Esta línea editorial que nos propusimos ha propiciado, en mi opinión, que la revista Filomúsica se haya convertido en una publicación líder a nivel de difusión en el campo de la música culta en espaZol. Con más lectores que cualquier otra revista similar de formato papel, Filomúsica es leída por más de cien mil personas mensualmente. No obstante, sólo acabamos de comenzar. Este es un proyecto a largo plazo y que apunta a un futuro que se evidencia prometedor y de magnitudes poco comunes.
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