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NUEVO DIDO & AENEAS
Por
Ignacio Deleyto Alcalá.
Lee su
Curriculum.
Purcell: De la iglesia al
teatro
Henry Purcell nació un año después de que Carlos II volviera a Inglaterra
desde Francia y se convirtiera en el artífice de la regeneración del
tejido musical del país tras la sequía favorecida por el poderoso "Lord
Protector", Oliver Cromwell. Sin entrar en detalles diremos que bajo su
mandato -y entre otras muchas prohibiciones- los coros de todas las
catedrales inglesas fueron disueltos y la música instrumental estaba
totalmente prohibida.
Tomando como ejemplo la corte francesa de Luis XIV, en poco tiempo Carlos
II hizo que Londres fuera un hervidero de teatro y música, artes que el
monarca adoraba. La relevancia de este hecho histórico propició que
Purcell se beneficiara de este nuevo ambiente y pudiera formarse y
desarrollarse musicalmente en la recuperada “Chapel Royal” y así se
codeara con los mejores músicos del momento como Locke o Blow. Si, por el
contrario, Purcell hubiese nacido bajo la dictadura de Cromwell hoy la
historia musical de Inglaterra habría sido muy diferente. Quizás la máxima
figura de la música inglesa después de William Byrd y antes del autor de
Peter Grimes no hubiera nunca llegado a los libros de música.
El reinado de Carlos II duró veinticinco años (1660-1685) durante lo
cuales nuestro compositor estuvo a cargo de varios puestos reales entre
los que destacaremos el de compositor de los “Royal Violins”, organista de
la Abadía de Westminster y director a partir de 1682 de la propia “Chapel
Royal”. Fueron años de mucha música religiosa, en particular, anthems
y también de Odas para la familia real.
Con la llegada de Jacobo II al trono las cosas cambiaron. El nuevo rey
católico tenía sus propias ideas y se marcó el objetivo de crear otras
instituciones de signo católico favoreciendo compositores extranjeros que
entraron en la corte arrinconado a Purcell que, sin embargo, mantuvo sus
cargos en las instituciones oficiales de Londres. Durante su corto reinado
(1685-1688), el itinerario creativo del compositor londinense dio un giro.
Dejó de lado la música religiosa y prestó atención a otros géneros
musicales como la canción y la música de cámara.
El protestantismo no tardó mucho en volver a Inglaterra esta vez en la
figura de Guillermo III que reinaría el país durante los últimos años de
la vida de Purcell. Los teatros gozaban por entonces de buena salud y
existía una creciente demanda de música incidental para acompañar la
representaciones teatrales. La música para teatro ocupó al compositor con
obras de sobra conocidas como Dioclesian, The Fairy Queen, King Arthur,
Bonduca, The Tempest, The Indian Queen y, como no, su única ópera
completa, Dido & Aeneas. Purcell llegó a componer música para casi
medio centenar de obras escénicas; la mayoría escrita durante los últimos
cinco años de su corta vida (murió de una tuberculosis a los treinta seis
años).
Basada en un libreto de Nahum Tate -famoso por adaptar obras de otros y
darles un final feliz-, Dido & Aeneas es en realidad una rareza en
el catálogo purcelliano pues es la única obra cantada en toda su
extensión, es decir, sin partes habladas como lo son el resto de sus obras
para la escena (llamadas semi-óperas en Inglaterra). Se conoce muy poco
sobre sus orígenes y su primera representación ya que no se conserva ni la
partitura original ni documentos específicos de la época. Sin embargo, ha
llegado hasta nosotros un libreto contemporáneo cuya única copia se aloja
en la Biblioteca del Royal College of Music de Londres. Dicho manuscrito
aporta la información sobre su autor (Nahum Tate) y sobre una
representación celebrada en el colegio para señoritas de Chelsea de Josias
Priest en 1689. De ahí se concluyó que la obra había sido escrita para el
colegio de Priest. En los últimos años se ha rebatido la fecha de 1689
como la de composición y se han propuesto otras como 1683 y 1684. Es
decir, una fecha muy próxima al Venus & Adonis de John Blow,
maestro de Purcell, con el que la obra del “Orfeo Inglés” mantiene algún
paralelismo aunque la de Blow sea de inferior calidad. El caso es que
actualmente muy pocos dan por válida la fecha de 1689 pudiendo casi
asegurar que aquella representación fue una reposición de la obra. ¿Quién
se puede creer que una obra así haya sido escrita para una representación
colegial para los profesores, las alumnas y sus papás...?
La primera representación teatral documentada tuvo lugar en Londres en
1700 en cuatro partes arregladas por John Eccles e insertadas en una
versión adaptada del Measure for Measure de Shakespeare. La
partitura completa no fue copiada hasta varios años después. De hecho el
manuscrito más fiable (Tenbury MS, ca 1777) se refiere a las
representaciones de 1704 y no contiene la música del prólogo, el coro
final de las brujas y las piezas para guitarra. Algunos intérpretes
deciden incluir música adicional para ser fieles a las indicaciones del
libreto (Parrott, Gardiner, etc) mientras que otros prefieren dejar la
obra tal cual nos llegó aunque de ese modo quede incompleta (Pinnock).
Basada en la historia de La Eneida de Virgilio tiene tres actos y
un prólogo (no conservado) y está escrita para voces solistas, coro,
cuerda y continuo mostrando una concentración de medios asombrosa. Desde
la magnífica obertura Purcell despliega una sorprendente variedad temática
y rítmica y un equilibrio cuasi-perfecto entre lo ligero y lo dramático,
entre la técnica y la expresión con una adaptación ideal al ritmo del
texto inglés. Contiene dos importantes arias para la voz protagonista,
otras intervenciones de peso como el papel de 'Belinda', coros llamativos,
danzas varias y escenas de gran fuerza dramática como la de la Hechicera y
las brujas (de clara inspiración shakesperiana: “When shall we three meet
again?”). Es inglesa hasta la médula en melodías como el Coro de
Marineros, “Pursue thy conquest, Love” o “Thanks to these lonesome vales”
en las que Purcell muestra su talento para la canción. La obra termina con
uno de los lamentos más famosos de la historia de la ópera. Todo ello en
menos de una hora.
Henry Purcell empezó entre las bóvedas de capillas y catedrales y acabó
sobre las tablas de un escenario donde tenía lugar el mayor espectáculo de
la época. Dido & Aeneas es seguramente su obra más perfecta.
Dido & Aeneas: una obra mimada por el disco
Dido & Aeneas tiene una larga trayectoria discográfica que se
remonta a los años treinta y que sigue ininterrumpidamente hasta nuestros
días lo cual demuestra la popularidad y fascinación entre músicos y
público. A diferencia de muchas otras obras, no fue resucitada por la
corriente historicista, pues, antes de ella, grandes cantantes como
Kirsten Flagstad, Janet Baker, Victoria de los Ángeles o Tatiana Troyanos
ya habían puesto su talento al servicio de la partitura. Otras como Jessye
Norman o Teresa Berganza cayeron en la tentación después. Por supuesto,
fue dirigida por la inmensa mayoría de directores importantes de la isla:
Raymond Leppard, Charles Mackerras, Colin Davis, John Barbirolli y,
last but not least, el compositor y gran admirador de Purcell,
Benjamin Britten (BBC, 1959). Sin olvidarnos tampoco la versión dirigida
en los sesenta por Alfred Deller.
Sin embargo, la
recuperación de la interpretación de la música barroca con instrumentos y
criterios de época puso la obra en el sitio que se merece, dotándola por
fin de toda la belleza, variedad y fuerza que atesora y convirtiéndola
además en una partitura favorita para los sellos discográficos.
Prácticamente todos los directores ingleses del movimiento historicista la
llevaron al disco* (algunos hasta dos veces): Trevor Pinnock, Christopher
Hogwood, Andrew Parrott (I y II), John Eliot Gardiner, Nicholas McGegan,
Ivor Bolton, Richard Hickox, etc. Por supuesto una obra universal como
esta tenía también había de interesar a otros directores no-británicos que
también la han grabado: Nikolaus Harnoncourt, William Christie (I y II),
Martin Pearlman, René Jacobs, Jeanne Lamon, Hervé Niquet y, ahora,
Emmanuelle Haïm**.
Dido &
Aeneas por Emmanuelle Haïm
En muy poco
tiempo Emmanuelle Haïm se ha hecho un nombre en el mundo de la música
antigua. Después de sentarse al clave bajo las órdenes de William Christie
o Mark Minkowski consiguió fundar en 2000 su propia orquesta, Le Concert
d’Astrée, algo reservado hoy a muy pocos. Desde entonces ha presentado
autores barrocos en conciertos por toda Europa y firmado un contrato con
Virgin Classics fruto del cual es este Dido & Aeneas: su tercer
disco para el sello tras dos dedicados a Handel.
La primera cosa
que llama la atención en la nueva versión es el sólido reparto reunido.
Susan Graham, que el año pasado hiciera un magnífico recital en el
Carnegie Hall publicado por Erato, es aquí la malograda Reina de Cartago
en un papel que le sienta bien a sus condiciones vocales. El tenor Ian
Bostridge siguiendo los pasos de su compatriota, el gran Peter Pears,
canta la parte de 'Aeneas' normalmente asignada a un barítono. Camilla
Tilling, una soprano sueca poco conocida entre nosotros, canta 'Belinda'.
Felicity Palmer, una vieja gloria del canto británico, es una 'Hechicera'
de lujo***. Paul Agnew ha encontrado su hueco en el papel de 'Marinero' y
todo un David Daniels, el contratenor de moda que hace furor allá donde
va, encarna la breve parte de 'Espíritu'.
Haïm favorece
una versión que combina varias fuentes. Deja las danzas añadidas para la
representación de 1689 y se desmarca de las versiones de cámara (Parrott
II, Christie II) con una orquesta de casi treinta efectivos añadiendo dos
flautas (algo infrecuente) además de oboes y fagotes. El continuo está
constituido por clave, órgano, archilaúd, tiorba y guitarra barroca.
Con un abanico
de versiones tan amplio, algo muy diferente hay que hacer para sorprender
al oyente. No es el caso de la versión de Haïm cuyo concepto de la obra es
más teatral que otra cosa pero siempre dentro de la moderación. La obra
está muy bien tocada, la obertura es sensacional y el uso de flautas
aporta un atractivo carácter pastoril pero echamos en falta la vitalidad y
entusiasmo de otras versiones y un mayor contraste entre las diferentes
escenas y es que, al final, todo tiende a sonar muy amable. Vocalmente hay
gran nivel. Susan Graham es una 'Dido' muy femenina y delicada, quizás
algo ligera para lo que estamos acostumbrados, pero su línea de canto es
impecable, refinada y elegante. Su Lamento es de gran belleza y
serenidad con justas y sentidas ornamentaciones y un fino sentido en el
uso de los reguladores.
Ian Bostridge
confiere a su parte una obsesiva atención a la palabra en la mejor
tradición liederística. Puede que la voz de tenor no sea la más adecuada
para su parte pero el control que ejerce sobre su instrumento es
admirable. Felicity Palmer borda su parte en cuanto a voz y autoridad
interpretativa. David Daniels arrasa en su breve intervención y se acopla
perfectamente con la voz de Bostridge. Dejamos para el final la 'Belinda'
de Camilla Tilling pues no termina de convencernos. A una voz poco
transparente y algo pesada para la parte hay que añadir un inglés poco
inmaculado. Sin embargo, su “Pursue thy conquest, Love” es de categoría
como lo es también la danza posterior en manos de Haïm. El coro cumple con
creces su cometido aunque los hayamos escuchado mejores.
A pesar de que
en conjunto la versión tenga mucho a su favor no supera a las de Pinnock,
Gardiner, Parrott II o Christie II, todas diferentes entre sí pero que
aportan ese algo distintivo y personal a nuestra comprensión de la obra.
Tampoco podemos olvidarnos de las versiones de Janet Baker (Decca, 1961) y
Jessye Norman (Philips, 1985) aunque sólo sea por la intensidad, pasión y
profundidad de ambas cantantes. La primera de ellas dirigida con mucho
acierto por Anthony Lewis es un clásico que debe estar en la discoteca de
cualquier aficionado sin prejuicios a pesar de los larguísimos cuarenta
años pasados desde su grabación.
Toma de sonido
fabulosa y presentación de lujo con un interesante ensayo de Bruce Wood y
Andrew Pinnock autores del famoso artículo en Early Music (1992)
que rebatiera la fecha de composición de la obra. Como viene siendo
habitual en los últimos lanzamientos de Virgin, el disco viene protegido
contra copia ("Copy-Controlled") lo cual puede presentar problemas de
reproducción en algunos lectores.
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*La lista es
larga aunque siempre hay ausencias incomprensibles como la de Robert King,
el director que más Purcell ha grabado en la historia pero que no tiene un
Dido en su haber aunque sí lo haya hecho en directo con Lynne
Dawson en el papel protagonista.
**Como
curiosidad para coleccionistas diremos que existe una versión cantada en
alemán procedente del vivo -la única que sepamos en este idioma- con
Martha Mödl y Hermann Prey dirigida por Hans Schmidt-Isserstedt.
***Basándose en
la representación de 1700 donde la parte de la 'Hechicera' fue cantada por
un bajo-barítono, algunos directores han optado por una voz masculina para
este papel. Pinnock, por ejemplo, escoge a un demasiado refinado Nigel
Rogers que hace doblete en el papel del 'Marinero'. Parrott II usa también
un tenor, Haden Andrews, que resulta bastante mejor que Rogers y Christie
I, tan amigo de lo teatral, da la parte a un contratenor, el magnífico e
inimitable Dominique Visse.
REFERENCIAS:
H. PURCELL:
Dido & Aeneas
Susan Graham (Dido), Ian Bostridge (Eneas), Camilla Tilling (Belinda),
Cécile de Boever (Segunda Mujer), Felicity Palmer (Hechicera), David
Daniels (Espíritu), Paul Agnew (Marinero). European Voices. Le Concert D'
Astrée. Emmanuelle Haïm, directora. VIRGIN VERITAS 45604 2.
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