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EL SEÑOR DE LOS ANILLOS, EL RETORNO DEL REY - HOWARD
SHORE
Por
Joaquín R. Fernández
No éramos pocos los que en su día recibimos con cierto escepticismo la
noticia de que Howard Shore se haría cargo de la banda sonora de la
trilogía de "El Señor de los Anillos". A pesar de la calidad de algunas de
sus obras (que van desde la ternura de las notas de "Sra. Doubtfire. Papá
de por Vida" hasta la congoja y el desasosiego que nos produjo su música
en "El Silencio de los Corderos"), este autor jamás se había enfrentado
ante un reto tan colosal como el que en su día le propuso Peter Jackson.
Se trataba, ni más ni menos, de condensar en una trilogía toda una serie
de temas que tendrían que quedarse obligatoriamente grabados en la mente
del espectador, convirtiéndose así en recuerdos imborrables de una
increíble epopeya fantástica que dudo pueda superar algún cineasta en el
futuro.
Si bien en "El Señor de los Anillos, La Comunidad del Anillo" quizás Shore
enfatizaba con demasiado entusiasmo las heroicidades de los protagonistas
(el uso de la fanfarria que los representaba se empleaba con una exagerada
grandilocuencia), lograba empero un acabado perfecto tanto en sus
componentes intimistas como en los más siniestros y tenebrosos. En "El
Señor de los Anillos, Las Dos Torres" el autor de "Seven" reutilizaba gran
parte del material ya conocido, aunque, desde mi punto de vista, con
arreglos más adecuados y comedidos y con la incorporación de piezas tan
sublimes como aquella que representaba al pueblo de Rohan o la que nos
describía el ataque de los ‘ents’ contra Isengard o el de Gandalf y Éomer
contra las hordas del mal que asediaban a los moradores del Abismo de Helm.
Ahora, "El Señor de los Anillos. El Retorno del Rey" incorpora pocas
novedades musicales con respecto a sus predecesoras, pero en su conjunto
nos hallamos ante una obra que se convierte en un fiel complemento de las
briosas imágenes que transitan ante nuestros atónitos ojos y que incluso
llega a brindarles un hálito mágico y especial que se adentra con fuerza
en el alma del espectador/oyente. «A Storm is Coming» es el corte que abre
el compacto, comenzando con unas hermosas y pacíficas notas que nos
describen a Sméagol y a Déagol, tornándose luego más oscuras cuando
observamos los dramáticos acontecimientos que definitivamente servirán
para transformar a aquél en Gollum.
Es sólo el inicio de una banda sonora que nos brindará emociones muy
variadas, como la epatante descripción musical de Minas Tirith, justo
cuando Gandalf y Pippin llegan a la ciudadela, o el posterior encendido
por parte de éste de las almenaras, que servirá de punto de partida para
que otras piras de la Tierra Media lancen su fulgor hacia el cielo y
avisen así a los hombres de Rohan de que Gondor solicita su ayuda («The
White Tree»). El arrojo de las tropas del rey Théoden se puede escuchar en
«The Ride of the Rohirrim», siendo también una de las piezas centrales de
la partitura «Anduril», momento en el cual se forja la espada que luego
portará Aragorn, fundiéndose aquí el maravilloso tema élfico de Rivendel
con el que Shore ha compuesto para identificar a tan mítica arma.
La tenebrosidad y la lobreguez aparecen representadas por fragmentos tan
perturbadores y amenazadores como «Minas Morgul», «Cirith Ungol» y, en
especial, «Shelbos Lair», cuyos terroríficos compases nos anuncian la
llegada de la temible Ella-Laraña. Por su parte, los momentos dramáticos
del filme se desarrollan a través de una tristeza tan desgarradora como la
que hallamos en «The Steward of Gondor», donde contemplamos atónitos cómo
un padre deja marchar hacia la muerte a un hijo mientras el apenado canto
de Pippin lacera nuestro corazón con sus funestas palabras. No quisiera
olvidarme tampoco de «Twlight and Shadows», hermoso instante en el que
Arwen se percata de que aún brilla una luz entre las nieblas o «The Black
Gate», probablemente una de las mejores pistas del disco. La música
refleja aquí la desazón que carcome a Frodo en el último tramo que le
queda por recorrer antes de llegar al Monte del Destino, mas Sam le
alienta con palabras hermosas acerca de La Comarca y lo carga sobre sus
espaldas para que así su amo pueda llevar a cabo la misión que se les
encomendó. El uso del tema que da pie a la canción «Into the West» es
prodigioso, al igual que la anterior aparición de los instrumentos de
viento.
Pero "El Señor de los Anillos, El Retorno del Rey" es también un inmenso
espectáculo, una brutal batalla final en la que dos fuerzas contrapuestas
lucharán por el dominio de la Tierra Media. Shore recurre a los coros con
especial pericia («The Fields of Pelennor», «The End of All Things»), sin
olvidar en ningún momento los pasajes dramáticos de la historia y sus
personajes. Los tres últimos temas del disco se transforman en un remanso
de paz tras las agitadas notas que en gran medida se habían adueñado hasta
entonces de la partitura. «The Return of the King» y «The Grey Heavens»
conforman una sucesión de increíbles melodías que terminan transformándose
en una emotiva despedida, escuchándose un buen número de temas de la saga,
en especial aquellos que hacen referencia a los hobbits, a la comunidad
que partió de Rivendel con una inequívoca misión y a Gondor, lugar en el
que comienza el reinado de los hombres.
La preciosa canción «Into the West», quizás interpretada por la equivocada
voz de Annie Lennox, supone el punto y final de una obra que ha llenado
los sueños de millones de personas en todo el mundo. Peter Jackson y
Howard Shore han rendido un merecido tributo a la prodigiosa prosa de
Tolkien y a ese universo de quimeras e ilusiones del que algunos tanto
precisamos para vivir.
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