Revista mensual de publicación en Internet
Número 49º - Febrero 2.004


Secciones: 

Portada
Archivo
Editorial
Quiénes somos
Entrevistas
Artículos
Crítica discos
Bandas sonoras
Conciertos
El lector opina
Web del mes
Tablón anuncios
Suscribir
Buscar
 

 

EL PIANISTA CIRCENSE

Por Rubén Flórez Bande

          

Primero vino Cziffra, luego vino Graffman, más tarde vino la Argerich... y así un considerable etcétera hasta el día de hoy, que le ha tocado el turno (o el sambenito según se mire) a Arcadi Volodos. De todos ellos se ha dicho que eran los herederos y sucesores del saber pianístico de Vladimir Horowitz. Seguramente al maestro ruso le disgustarían estas comparaciones, todos las comparaciones son odiosas... incluso cuando son para medir magnitudes, y es que aquí, comparados con "el maestro", todos salen perdiendo, en especial el que nos ocupa: Vladimir Horowitz sólo ha habido uno, y se rompió el molde.

Arcadi Volodos lleva una corta, pero bien planificada (en cuanto a marketing se refiere) carrera pianística, y todo lo que ha dicho hasta ahora es bien poco, y ya se nos quiere vender como una gran estrella: mucha propaganda pero pocos resultados.

Ahora le toca el turno enfrentarse con el "architocado" Primer Concierto de Tchaikovsky (antes ya le había tocado el turno al Tercero de Rachmaninov ) grabado en vivo en la Philarmonie berlinesa, y como es de suponer su "modelo" Horowitz le da mil vueltas al "novel" pianista.

Volodos hace una lectura superficial, interpretativamente hablando; no digo nada de su técnica, que es soberbia, una "máquina" de dar notas, en esto se asemeja a todos los "imitadores" de Don Vladimir, sucesiones de notas, pero sin expresión, sin entrega, sin entusiasmo... como si se tratase de una secretaria escribiendo en un ordenador. Así resulta un primer movimiento sólo interesante en los momentos de bravura, mientras que la desidia, y la dejadez planean sobre el resto. El segundo movimiento tiene su cierto interés, sobre todo en la parte central, la del "Prestissimo", donde el pianista realiza algún que otro juego agógico que tiene su gracia, pero de ahí no pasa, volviendo a caer en la lectura plana. Y en el tercer movimiento aparece el rasgo más característico de este pianista ruso, que son las piruetas, los triples saltos mortales con tirabuzón, piano arriba y abajo, pero sin decir nada, sin nada de profundidad, sin nada de bravura, simplemente dando las notas lo más rápido que se pueda. Al menos se evita el aburrimiento, pero esto no sé si es válido para recomendar esta versión.

La dirección de Ozawa frente a la Filarmónica de Berlín es algo "marciana" inventándose matices de ejecución que no aparecen en la partitura, arremetiendo en los tutti con muchos decibelios, demasiado sofisticado en las partes lentas (especialmente en el Andante), "machacón" en los finales... una dirección bien anodina.

Versión esta que comparada con las de Horowitz se queda a años luz; cierto es que a Horowitz también le gustaba lucir -nunca lo ocultó- sus alardes técnicos, pero también era músico e interpretaba, no se limitaba a intentar imitar, él creo su propio lenguaje, su saber decir, su color; en definitiva, su personalidad. Volodos, en cambio, intenta "plagiar", no consiguiéndolo, sin preocuparse de buscar un lenguaje propio, o un matiz personal.

El resto del disco está dedicado a pequeñas piezas para piano solo de Rachmaninov. Dos Preludios del Op.23 y del Op.32, la Melodía Nº3 del Op.3, el Sketch Oriental, Daisies y el Momento Musical Nº2 del Op.16. En estas obras Volodos se muestra rico en sutilezas, con algún que otro juego dinámico, pero sin conseguir ninguna ensoñación: aquí, claro está, vuelve a triunfar "el maestro", o incluso el sofisticado Askhenazy. Obras que se dejan escuchar, pero sin magia.

La última pieza que incluye el disco es una Paráfrasis del propio Volodos sobre la Polca Italiana de Rachmaninov, emulando, claro está, otra vez más a su ídolo, que tan propenso era también a esto de las paráfrasis. Una pieza esta que no va más alla de lo puramente circense, para darnos a escuchar su sobrada técnica. Está bien como frivolidad y lucimiento.

No acepten imitaciones.



REFERENCIAS:

TCHAIKOVSKY: Concierto para piano y orquesta Nº1
RACHMANINOV: Obras para piano solo.
Arcadi Volodos: piano.
Orquesta Filarmónica de Berlín. Dir: Seiji Ozawa. (en Tchaikovsky)
SONY SH 93067. (SACD híbrido, compatible con lectores de CD)