|   | WALTRAUD MEIER EN OVIEDO Por 
      Angel Riego 
      Cue. Lee su 
      
      Curriculum. 
       Oviedo, Teatro Campoamor. 26 de febrero de 2007. Waltraud Meier, 
      mezzo-soprano. Joseph Breinl, piano.
 
 La casualidad ha hecho que actuaran en Oviedo en días sucesivos dos 
      figuras de primer orden dentro del panorama operístico actual. Al día 
      siguiente de escuchar a Edita Gruberova en el Auditorio, actuaba en el 
      Campoamor Waltraud Meier, una de las grandes mezzos de las últimas 
      décadas, especialmente en el repertorio wagneriano, donde también ha 
      cantado papeles de soprano. El motivo de su presencia era recoger un 
      premio otorgado por la Fundación Premios Líricos del Ayuntamiento de 
      Oviedo, como la mejor cantante que ha actuado en un teatro de ópera 
      español (por su Ortrud en el Lohengrin madrileño del 2005), pero 
      fuera cual fuese, lo importante fue poder escuchar a la Meier.
 
 Acompañada por un pianista (Joseph Breinl) asombrosamente bueno, pese a su 
      aparente juventud, Waltraud Meier cantó un programa de lieder dedicado en 
      su primera parte a Schubert (con varias de sus canciones más conocidas 
      como Die Forelle, Gretchen am Spinrade, Erlkönig...) 
      y en su segunda parte a Richard Strauss, también con canciones de las 
      (relativamente) más conocidas de su autor, como Cäcilie o 
      Morgen, hasta culminar en las Cuatro Últimas Canciones, que 
      estamos más acostumbrados a oír con acompañamiento orquestal. Tal vez un 
      programa de lied alemán sea aún muy duro para un público que parece 
      preferir los gorgoritos belcantistas (hemos llegado a leer que "el recital 
      fue aburrido por su diseño", entre otras barbaridades), pero en nuestra 
      opinión el nivel artístico alcanzado fue, no sólo más satisfactorio que el 
      de Gruberova el día anterior, sino que ya habíamos perdido la cuenta de 
      cuándo se pudo escuchar en Oviedo algo de altura semejante: esto sí que es 
      dominio del matiz (lo más importante para cantar lied), seguridad vocal y 
      "tablas" interpretativas. Si de algo pecó el recital fue de demasiado 
      breve (poco más de una hora de música, aparte de las propinas).
 
 La acogida del público ovetense, siendo buena, no llegó ni por asomo a los 
      niveles del día anterior con la Gruberova, y además se veían bastantes 
      asientos vacíos en el Campoamor. Con todo, la cantante nos premió con dos 
      propinas de Mahler, el "Ich bin der Welt abhanden gekommen" (de los 
      Rückertlieder) y el "Urlicht" usado en la Segunda Sinfonía, 
      ambas asimismo memorables.
 
 |