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COLORIDA FRANCISQUITACórdoba, Gran Teatro. 17 de marzo de 2007. Vives: Doña Francisquita. Yolanda Auyanet, Ismael Jordi, Carlos Durán, Beatriz Lanza, Amelia Font, Alfonso Echeverría, Julia Arellano. Coro de Ópera de Cajasur. Orquesta de Plectro de Córdoba. Orquesta de Córdoba. Manuel Hernández Silva, director musical. Francisco López, director escénico. Producción escénica del Teatro Villamarta. Por Rafael Rodríguez Villalobos Cerraba la temporada lírica cordobesa la mítica zarzuela del maestro Amadeo Vives en la producción del Teatro Villamarta que tanto éxito lograra en su estreno meses atrás. No en vano fue la preciosista y enérgica producción de Francisco López la principal protagonista de una velada donde el nivel escénico se movió siempre por encima del musical, salvo honrosas excepciones y pese a los esfuerzos de Hernández Silva. El director de escena cordobés apostó por una escenografía clásica y detallista firmada -como de costumbre- por Jesús Ruiz, quien se hacía cargo también del estupendo y colorido vestuario, así como por una dirección de actores muy ágil en todo momento y donde alguna puntual omisión del texto o alteración de números musicales (el célebre “Fandango”, relegado al final de la obra, en lugar del coro que la cierra) estuvo siempre orientada a mejorar la dramaturgia de la obra. El reparto estaba encabezado por la soprano canaria Yolanda Auyanet, quien ya lograra un sonoro éxito como Doña Ana en las representaciones de Don Giovanni del pasado diciembre en el coliseo cordobés. En una encarnación escénica irreprochable, Auyanet se alejó del tópico de la Francisquita pizpireta y edulcorada para dibujar el personaje desde una perspectiva más pícara, por otra parte mucho más acorde con la personalidad de rol. Vocalmente fue de menos a más, y si empezó algo fría y acusó grandes cambios de color vocales en las subidas al agudo, especialmente en su célebre romanza, donde los picados sonaron calantes y estridentes, consiguió alcanzar cotas muy notables en el transcurso de la función (“Le van a oír”), luciendo además una línea impecable y un rico registro grave impropio en una soprano ligera. Debutante en su cometido de Fernando Soler, Ismael Jordi rozó la perfección en un rol que, esta vez sí, se corresponde perfectamente con sus actuales capacidades vocales. El jerezano lució la bellísima voz y facilidad en el ascenso al agudo que lo caracterizan, consiguiendo el máximo rendimiento en la ejecución de su romanza “Por el humo se sabe”, donde demostró además su depuradísimo control del fiato y de los reguladores, amén de ofrecer reminiscencias krausistas. Lo único reprochable de su intervención vocal fue, quizás, una falta de proyección de la voz en algunos pasajes, que hacía difícil su audición. Escénicamente no es Jordi especialmente ágil en la actuación, pero supo suplir sus carencias matizando cada frase con gran sutilidad. Supuso en cualquier caso un triunfo personal para el tenor, que el próximo mes de junio grabará la obra en DVD en el Capitole de Toulouse. No posee Beatriz Lanza a priori material vocal idóneo para el ingrato rol de La Beltrana. La soprano (sí, soprano) santanderina tuvo grandes problemas para atacar con la bravura necesaria los pasajes mas graves (“¿De que te finges, valiente?”), y abusó de los golpes de glotis para mantener la impostación (“Bolero del Marabú”). Escénicamente -eso sí- estuvo apabullante, a la vez sensual, pícara y socarrona, demostrando el saber estar y las tablas que sus años en el Teatro de la Zarzuela le han reportado. De manera similar su análogo como Cardona, Carlos Durán, estuvo muy resuelto y divertido en lo actoral, aunque su voz resulte demasiado abierta y falta de armónicos. Los veteranos Amelia Font y Alfonso Echeverría completaban el reparto principal aportando su maestría y experiencia, ofreciendo una actuación muy notable y divertida, y de vocalidad suficiente. El resto de comprimarios, cumplidores, con mención especial para el estupendo sereno del jovencísimo Pablo García. De brillante podríamos calificar la dirección musical de Manuel Hernández Silva. El director venezolano estipuló unos tempi frescos, juveniles y -sobre todo- muy castizos, como la madrileña partitura requiere, sacando lo mejor de la Orquesta Ciudad de Córdoba, aunque la sección de cuerda no tuviera su mejor velada. El Coro de ópera de Cajasur tuvo algunos desajustes y evidenció las carencias que la cuerda de tenor posee, aunque de manera general cumplió con su cometido. Magnifico el cuerpo de baile, acertadísimamente dirigido por Javier Latorre, destacando su solista masculino. Una Francisquita, en resumen, de gran altura escénica, donde el casticismo y la frescura del carnaval madrileño supo imprimir de alegría el final de una no especialmente interesante temporada cordobesa, pero que ha servido para denotar la maestría del nuevo titular de la orquesta local, Hernández Silva, quien esperamos se haga cargo de la dirección musical de los proyectos operísticos futuros. ENLACES RECOMENDADOS Web del Gran Teatro Cordoba: www.teatrocordoba.com Web oficial de Ismael Jordi: www.ismaeljordi.net
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