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LUIS ALONSO, UN GADITANO EN SEVILLASevilla, Teatro de la Maestranza. 9 de marzo de 2007. Gerónimo Giménez: La boda de Luis Alonso. El baile de Luis Alonso. Luis Álvarez, María Maciá, Tony River, Leticia Rodríguez, Tony Cruz, Trinidad Iglesias, Antonio Tores, Sandro Cordero, Cristina Bernal, Martina Bueno, Alfonso Vallejo, Eva Diago, Pedro García de las Heras, José Carlos Gómez, José Luis Gago, Silvia Martín, Rosario “La Tremendita”, Johana Jiménez. Yago Cáceres, coordinador de la Orquestina. Coro de la A. A. del Teatro de la Maestranza. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Miguel Roa, director musical. Santiago Sánchez, director de escena. Producción del Teatro de la Zarzuela de Madrid. Por Fernando López Vargas-Machuca Su padre era granadino y su madre jerezana. Él nació en Sevilla. Pero como pronto su familia se trasladó a la costa creció y estudió en Cádiz, y gaditano se consideró toda su vida Gerónimo Giménez. En el mismísimo Barrio de la Viña, muy cerquita de la Playa de la Caleta, transcurren las más populares páginas salidas de su inspiración, La boda de Luis Alonso y El baile de Luis Alonso, y por tanto era natural que la producción estrenada el pasado año en el Teatro de la Zarzuela ahora presentada en Sevilla hiciera hincapié en la ciudad donde nació Falla, en sus calles y en sus tipos, en su peculiar habla, en sus títeres de la Tía Norica y en el mismísimo Carnaval, chirigota final incluida. En tal ambiente popular, festivo y desenfadado transcurrió la inteligente y divertida propuesta escénica de Santiago Sánchez. Cierto es que en la escenografía -voluntariamente sencilla y acartonada- se podía haber puesto más imaginación, o que la luminotecnia debería haber estado algo más cuidada, pero el espectáculo funcionó a las mil maravillas merced a una magnífica dirección de actores, a un desarrollado sentido del ritmo -dentro de lo que permite la debilidad de los libretos- y a una buena cantidad de hallazgos escénicos inteligentes, imaginativos y apropiados, empezando por el variadísimo café-cantante de casi media hora que precedía el espectáculo, continuando por una serie de nada caprichosas alteraciones de la obra original y terminando por la inclusión de flamenco con un buen -no excepcional- cuadro de cantaoras. El equipo de cantantes-actores fue lo que debería ser en cualquier función de zarzuela: un conjunto de estupendos profesionales que cantan e interpretan con la misma habilidad sin que ninguno de estas dos facetas se resienta. Todos (o casi todos) estuvieron magníficos, aunque habría que destacar dos nombres. Uno, el del inmenso Luis Álvarez en el papel protagonista. En el Maestranza fue hace doce años el Guglielmo de un notable Così fan tutte, y más recientemente en el Villamarta ha venido demostrando año tras años su enorme talento para el género zarzuelístico. Como Luis Alonso moderó su acostumbrada vis cómica -porque el personaje así lo requería: no es el gracioso de la función- pero dominó las tablas con su magnífica presencia, excelente dicción y solvencia canora. El otro nombre de la velada fue el de Leticia Rodríguez, una Juana estupendamente cantada y fenomenalmente actuada. Y una sorpresa -quizá no tanto: es granaína- su habilidad en el cante de la tierra. La dirección de Miguel Roa fue buena, pero distinta a lo que suele ofrecer: aquí no tuvo la chispa y el brío de costumbre pero a cambio hubo mayor refinamiento y vuelo lírico. Le quedó algo soso el celebérrimo intermedio de La Boda (soberbia música, lo que no se puede decir del resto de la partitura), quizá por estar demasiado pendiente de la coreografía, por lo demás voluntariamente tópica pero bien realizada. Al maestro le sonó la Sinfónica de Sevilla mil veces mejor que su propia Orquesta de la Comunidad de Madrid, o al menos eso hemos podido apreciar escuchando la correspondiente retransmisión radiofónica del pasado año. El coro maestrante estuvo francamente bien, redondeando así una noche de esas en la que uno se lo pasa en grande. Un éxito. Web del Maestranza: http://www.teatromaestranza.com
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