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MÚSICA Y FÍSICA: PRIMERA PARTE
Por Susana Hortigosa García. Diplomada en Magisterio de Educación Musical y estudiante de Ciencias Físicas.
¿Cuál es su cuadro favorito? Yo no sabría decidirme,
pero sí sé que pasaría horas admirando la
Vista de Delft de Vermeer.
Me fascina esa melancolía que parece bañarlo todo, esa especie de
cualidad de recuerdo que impregna el cuadro y que nos hace evocar
como enterrado en nuestras memorias más preciadas un paisaje que no
hemos visto jamás.
Vermeer: Vista de Delft Permanezco observando la pintura, y cuando quiero acercarme, algo, tal vez un gesto fugaz de mi mano, proyecta una sombra sobre el lienzo. Vuelvo a hacerlo, esta vez intencionadamente. Me gusta ver cómo la luz juega sobre las rugosidades de la pintura, añadiendo matices nuevos a los colores, oscureciéndolos o aclarándolos, como un músico que afina su instrumento. Al fin y al cabo es casi igual, me digo. Un cuadro hermoso, una melodía conmovedora, las olas del mar, la voz del ser amado, un corazón que late junto al oído... todos son en esencia, de distintas formas, lo mismo: ondas. Un color azulado, un sonido agudo o un mar agitado son más semejantes de lo que en principio pudiera parecer. Y me quedo allí, escuchando a Vermeer, viendo los pasos de alguien que se acerca...
II: ESENCIAS
La onda: "Para mucha gente, quizá para la mayoría, la palabra
'onda' trae a la mente una descripción de un océano, con las olas
barriendo la playa procedentes del mar abierto. Si se ha examinado y
pensado sobre este fenómeno puede que se saque la apreciación de que pesar
de toda su grandeza contiene algún elemento de contradicción. Al ver las
crestas cabalgando, se adquiere un cierto sentido de asalto masivo por el
agua sobre la tierra, y verdaderamente las ondas
pueden hacer un gran daño, lo que
equivale a decir que son portadoras de energía, pero, a pesar de todo,
cuando las ondas u olas han roto y vuelto hacia atrás, el agua está
prácticamente en el mismo sitio respecto a la playa que estaba antes. La
avalancha hacia delante no significa un movimiento físico del agua. Las
olas largas del mar abierto se mueven rápidamente y van muy lejos. Las
olas que alcanzan la costa de California tienen sus orígenes en las
tormentas de Pacífico Sur a una distancia superior a los 15 000 km y han
recorrido esta distancia a una velocidad de 60 km por hora o más aún.
Evidentemente, el mismo mar no se ha movido de este modo espectacular;
simplemente ha jugado el papel de agente mediante el cual se transmite un
cierto efecto. Y aquí tenemos la característica esencial de lo que se
denomina movimiento ondulatorio. Se transmite una propiedad de un lugar a
otro por medio de un medio, pero el medio en sí mismo no se transporta.
Puede relacionarse un efecto local a una causa distante y existe una
diferencia de tiempo entre la causa y el efecto que depende de las
propiedades del medio y encuentra su expresión en la velocidad de la onda.
Todos los medios materiales, sólidos, líquidos y gases, pueden transportar
energía e información por medio de ondas (...)"1
El fragor del silencio:
Está usted sentado en su sala de música, en completo
silencio. El aire que le rodea se compone de moléculas de distintos gases,
principalmente nitrógeno y oxígeno, entre las cuales hay una considerable
cantidad de espacio vacío.
De izquierda a derecha, modelos de moléculas de nitrógeno
y oxígeno.
Diseñadas por Randy Russell
para Ventanas al Universo. ©1995-1999, 2000 Los Regentes de la
Universidad de Michigan; ©2000-06 University Corporation for Atmospheric
Research
Pero las moléculas no están quietas en este espacio vacío. Por increíble que parezca, las moléculas del aire que le rodea, por mucho que no haya corrientes ni ruido alguno, se mueven a velocidades pasmosas (cuanto más calor haga, a más velocidad se mueven), chocando furiosa y desordenadamente entre ellas y con todo lo que encuentran a su paso, incluso con sus tímpanos. El resultado de estos choques es la presión sobre las superficies golpeadas por las moléculas. Ya sabe, aunque volveremos sobre este tema en ulteriores artículos, que cuando el aire ejerce una presión sobre su tímpano usted percibe un sonido. ¿Por qué, entonces, no oye usted nada, con millones de moléculas golpeando sus preciados oídos? Porque los impactos que recibe en un lado del tímpano son perfectamente compensados con los que está recibiendo al mismo tiempo por el otro lado debido al aire contenido en la trompa de Eustaquio, un pequeño tubo situado en interior del oído. Así que el tímpano no se mueve y usted, por tanto, no percibe sonido alguno. Sin embargo, la presión del aire sobre sus tímpanos no es siempre constante: los cambios de temperatura, de presión atmosférica, etc., la harán variar. La trompa de Eustaquio sigue siendo eficaz en estos casos, porque los cambios en la presión ocurren muy lentamente y tiene tiempo de actuar. Sin embargo, si el cambio es brusco la trompa de Eustaquio no podrá compensarlo, el tímpano se moverá y percibiremos un sonido. De hecho, a veces se define el sonido como una variación rápida de la presión del aire... Sonido: Continúa usted en su sala de música. Ahora toma su instrumento y toca, aproximadamente, un la central del piano, el que se usa para afinar. También puede usar un diapasón. En el momento en el que usted emite la nota ocurren tres fenómenos, a cuál más interesante:
Así que tenemos una variación de presión que se mueve desde el instrumento hacia fuera. Ojo, lo que se mueve no son las moléculas: si así fuera, notaríamos una corriente de aire, pero lo cierto es que el aire permanece quieto. Lo que se mueve es la variación de presión, igual que en el mar se mueven las olas hacia la playa mientras el agua se queda donde estaba, o igual que se mueve la "ola" que hacen los espectadores en un campo de fútbol, pero ellos permanecen en sus sitios. Esta variación de presión que ha producido su instrumento es bastante pequeña, pero se mueve a una velocidad de 340 metros cada segundo (en el aire), lo cual es decididamente mucho. Es tan rápida que a su trompa de Eustaquio no le da tiempo a compensarla, con lo que su tímpano se mueve y usted oye la nota. Por cierto: instantes después de producida la nota, las variaciones de presión (es decir, las ondas) comienzan a rebotar con todo a su paso, especialmente paredes, suelo y techo. Esto produce multitud de ondas "rebotadas" que vendrían a complicarnos bastante el asunto si las tuviéramos en cuenta (que se lo digan a algún arquitecto que haya tenido que diseñar un auditorio), cosa que no vamos a hacer de momento. Por ahora nos quedamos con el mecanismo básico, que es el que hemos visto. Música: Bien, ha llegado el momento de reconocer que les hemos mentido un poco. Todo lo anterior habría ocurrido si hubiéramos producido una onda pura, un la pelón. Pero esto solo puede hacerse con un programa informático; el sonido producido por un instrumento musical, sea el que fuere, es en realidad una amalgama de ondas, con "zonas de apelotonamiento" a distintas separaciones, como la superficie del océano, pero en tres dimensiones. Volveremos sobre ello en artículos siguientes.
III: LA "PARADOJA" DEL
RELOJ
Seguramente ha oído hablar del experimento consistente
en colocar un reloj despertador dentro de una campana de vidrio mientras
está sonando, y a continuación sacar todo el aire del interior de la
campana. Se hace para comprobar cómo, aunque vemos que está sonando
(especialmente si es uno de esos antiguos con campanas en la parte de
arriba) no podemos oírlo, porque las ondas sonoras necesitan del aire para
propagarse. En efecto, si no hay moléculas que ejerzan presión sobre el
tímpano, no podremos oír nada por mucho que el despertador se desgañite.
Ahora bien, decíamos al principio del todo que la luz es también una onda.
¿Por qué, entonces, no podemos oír el despertador,
pero lo seguimos viendo?
Mysteries do not lose
their poetry when solved. Quite the contrary; the
solution often turns out more beautiful than the puzzle and, in any case, when you have solved one mystery you uncover others, perhaps to inspire greater poetry. (Los misterios no pierden su poesía cuando son resueltos. Bastante al contrario; la solución muchas veces resulta ser más bella que el enigma y, en cualquier caso, cuando has resuelto un misterio descubres otros, quizá para inspirar mayor poesía). Richard Dawkins, Unweaving the rainbow Bibliografía: Dolz, J., El color y la música, U. Politécnica de Valencia, 2005 French, A. P., Vibraciones y ondas (M. I. T.). Ed. Reverté, S. A., 2001 Ludwig, Arthur C., Physics of sound, 1997 ________________________________ 1French, A. P., Vibraciones y ondas, p. 227
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