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Cantando en la piscina Por Víctor Pliego de Andrés. Lee su curriculum.
La pietra del paragone (La piedra de toque). Ópera de Gioachino Rossini. Libreto de Luigi Romanelli. Reparto: Patricia Biccirè, Laura Brioli, Marie-Ange Todorovitch, Raúl Giménez, Marco Vico, Paolo Bordogna, Pietro Spagnoli, Tomeu Bibiloni. Dirección de escena, escenógrafo y figurinista: Pier Luigi Pizzi. Director musical: Alberto Zedda. Coro y Orquesta titular del Teatro Real. Producción del Rossini Opera Festival de Pésaro. Teatro Real, Madrid, del 25 de marzo al 16 de abril de 2007. Pier Luigi Pizza ha cosechado grandes éxitos en Madrid y lo ha vuelto a conseguir con este trabajo. Es un maestro de la dirección de escena y de la escenografía que sabe dar espectacularidad a sus propuestas sin traicionar a los textos. En La pietra del paragone de Rossini traslada con acierto toda la acción a una villa veraniega de los años setenta del siglo pasado. Su contextualización resulta sugerente además de ser coherente con una obra que rebosa una ligereza y frivolidad, obra a la que el maestro ha sabido añadir un cierto glamour. El decorado es de gran realismo arquitectónico y se completa con muebles de época auténticos. El vestuario es colorista y la luz intencionadamente solar. La casa se ubica en medio de un pinar y tiene una piscina auténtica en la que se bañan cantantes y figurantes. No es la primera vez que se ven cosas así, pero en esta ocasión todo está impecablemente incorporado a la acción. Debido a los baños en escena, la temperatura de la sala era superior a lo normal y un poco incómoda para el público. El libreto de esta ópera es un enredo sin mucho interés que se acelera a medida que la pieza avanza. El arranque resulta un poco lento y Pizzi salva ese amenazador vacío inicial con muchos figurantes e inteligentes movimientos en escena. La riqueza visual de la propuesta plástica y escénica es apabullante. La interpretación musical es correcta, de calidad media, sin llegar a la altura de la dirección de escena. El maestro Zedda realza la viveza y alegría de la música de Rossini sin entrar en grandes detalles con la orquesta ni con los recitados. El reparto es homogéneo y demuestra su equilibrio, especialmente en los concertantes. En el segundo acto hay algunas intervenciones reseñables de Marie-Ange Todorovitch, como marquesa Clarice, y de Marco Vinco en el papel del conde Asdrubale. Los cantantes entran en el juego escénico con naturalidad, igual que lo hacen el coro y la figuración. La producción de este infrecuente título rossiniano procede del Festival de Pésaro, con el que Zedda mantiene estrechos vínculos.
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