|
|
INTÉRPRETES VARIOS Y SERPIENTEPor Ángel Carrascosa Almazán.
Wagner/ThielemannEn el pasado número comentaba que me iban a pasar la grabación de El anillo del nibelungo de Bayreuth 2006 dirigido por Thielemann. Pues bien, ya he escuchado El oro y La valquiria. Aparte de un elenco con notables altibajos (algo a lo que Bayreuth nos tiene, por desgracia, acostumbrados desde hace bastantes años), en el que me han gustado sobre todo Falk Struckmann como Wotan, Gerhard Siegel como Mime y Kwangchul Youn y Jyrki Korhonen como Fasolt y Fafner, y poco o menos que eso el resto, la dirección me ha parecido en conjunto decepcionante (sin llegar a los niveles de Adam Fischer hace unos años), ya desde el Preludio del Oro, al que no sabe dotar de la creciente tensión que debe acumular. Así, llega sin motivación la entrada de las ninfas (compárese con Solti o Barenboim); luego, Thielemann pasa más o menos de largo por numerosos pasajes de gran intensidad dramática, y sólo despierta en la “Entrada de los dioses en el Walhalla”, para montar un número enormemente ampuloso (mala copia del Karajan más grandilocuente), buscando además descaradamente el aplauso fácil. Algo mejor me pareció la primera jornada, si bien la concepción resulta demasiado predominantemente lírica, sin apenas asperezas ni colores siniestros, en los que sin duda también abunda la colosal partitura. El Preludio del Acto II es más pomposo que rabioso, y en el III, la “Cabalgada (¿no es mejor que cabalgata?) de las valquirias” vuelve a la enorme pomposidad, mientras que la cólera de Wotan no está bien gestada; todo el final del acto sube notoriamente de nivel y temperatura. En suma, tengo la impresión de que, al menos hace un año, la inmensa saga desbordaba un poco las posibilidades de la batuta, que parece no haber tenido tiempo de madurarla lo suficiente. Este año 2007 es probable que haya afinado más y mejor muchas de las páginas en las que no había calado lo suficiente; esperemos que así sea. Cuando estas líneas circulen, muchos melómanos habrán podido comprobarlo, o allí mismo (¡qué suerte!) o a través de las ondas de Radio Clásica. (En cuanto al reparto de La valquiria de 2006 me pareció mejor que el del Oro: ¡hay que ver cómo se le ha agrandado la voz a Endrik Wottrich (Siegmund), hace nada David en Los maestros cantores! Más lírica de la cuenta, pero muy bien Adrianne Pieczonka (Sieglinde), espléndidos Youn (Hunding) y Struckmann, si bien este último llegó agotado al final de su papel, que es como subir los Alpes en bici. Lástima que Linda Watson (Brünnhilde), magnífica voz de soprano dramática, se esté deteriorando ya, prematuramente: a veces cala o se vuelve metálica arriba). Strauss/SawallischHablando de grandes óperas alemanas, aprovecho para recomendar un DVD (de TDK) que ha caído últimamente en mis manos y del que creo que se ha hablado poco: Die Frau ohne Schatten por Wolfgang Sawallisch en Tokio, soberbiamente dirigida (creo que algo mejor que en su disco EMI, un lustro anterior), con algunos cantantes eminentes (Peter Seiffert, Luana DeVol, Alan Titus, Marjana Lipovsek: aquél y ésta creo que son el mejor Emperador y la mejor Nodriza que recuerdo, y la plateada voz de la joven DeVol era oro puro: plata y oro...), con la mágica escena de Ennosuke Ichikawa (la que fue vista en el Teatro Real el año 2005, con maravillosa dirección –no exagero- de Pinchas Steinberg) y una sobresaliente calidad de sonido y de imagen (¡16:9 en 1992!). Es, en conjunto, tan buena versión como la de Solti en Salzburgo (DVD Decca; la del CD del mismo director y la misma marca es, para mí, la más redonda e impresionante que conozco), puede que globalmente mejor cantada aún que la del húngaro, y desde luego se ve y suena bastante mejor. Beethoven/BarenboimPero, claro, la publicación más importante en DVD de los últimos años (quizá los últimos cien años) son las 32 Sonatas de Beethoven por Barenboim en EMI, compendio de una sabiduría y una sensibilidad portentosas aplicadas a una de las colecciones más geniales de la historia de la música, acaso la que más. (Las clases magistrales a siete pianistas, entre ellos Lang Lang y Javier Perianes, son de quedarse boquiabierto). Debo añadir, para quien pueda creer que exagero o que soy demasiado sospechoso como gran admirador de Barenboim, que conozco a bastantes personas que han visto y oído estas Sonatas y que me han transmitido la enorme impresión que les ha causado; entre ellos hay más de uno no especialmente barenboimiano que esta vez se ha rendido ante la enorme maestría de la interpretación; un buen amigo, que es uno de los mejores críticos musicales de este país, afirma que es “lo más importante que ha hecho Barenboim en toda su carrera”. Puedo compartir, creo que comparto, ese juicio. Celibidache en DVDPor otra parte, ya falta un año menos que hace 365 días para que saquen en DVD las filmaciones postreras de Celibidache para Sony y Teldec: de aquélla, las Sinfonías Sexta, Séptima (de ésta dos versiones: con la Filarmónica de Múnich y con la de Berlín) y Octava de Bruckner, y de la otra, la Sinfonía “del Nuevo Mundo”, la Sinfonía “Clásica” (con ensayos) y los Conciertos para piano de Schumann, Tchaikovsky y los dos de Brahms (todos con Barenboim), siempre con la Filarmónica de Múnich, siempre en condiciones técnicas magníficas y siempre en interpretaciones memorables, históricas no con el significado de antiguas. Por el momento, casi todo lo publicado de Celibidache en DVD son antiguallas, y el Cheli más genial es, sin duda, el de la última época. Serpiente de veranoY para terminar, por si alguien de los que leyeron aquel texto en que -según me han contado- una persona me puso verde, lee también esto, que sepa que el crítico musical que profetizó que Waltraud Meier, tras abordar Isolda, iba a durar un telediario, no es quien piensa: el profeta averiado sigue vivo y coleando. No soy tan mal bicho, no soy de los que se meten con alguien que ya no puede defenderse contestando; es más, a la persona que me ponía a parir la creía mejor informada: el eminente musicógrafo y eximio wagneriano ya fallecido me dijo en más de una ocasión, refiriéndose al menos a su Kundry, a su Isolde y a su Waltraute del Ocaso, y no creo que mintiera ni exagerase, que Waltraud le parecía una cantante y una intérprete admirable. No recuerdo, sin embargo, que me diese su parecer sobre su Venus, su Ortrud o su Sieglinde, que imagino sería igualmente positivo.
|