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EL RETORNO DE STEINBERG
Sevilla, Teatro de la Maestranza. Temporada de abono de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. 15 de junio de 2007. Ligeti: Atmósferas. Khachaturian: Concierto para violín y orquesta. Dvorák: Sinfonía nº 9 “del Nuevo Mundo”. Kuba Jakowicz, violín. Pinchas Steinberg, director. Por Fernando López Vargas-Machuca. Volvía Pinchas Steinberg a Sevilla, tras la poco interesante Novena de Beethoven de la anterior temporada, para ofrecernos un atractivo programa que combinaba relativa “modernidad” (al menos para el conservador público sevillano) y repertorio “de toda la vida”. Por desgracia no pasó de lo discreto la interpretación de esa fascinante obra que es Atmósferas de Ligeti: el director israelí se quedó corto a la hora de extraer de la ROSS toda la variedad cromática que la partitura requiere, difuminó un tanto las aristas tímbricas y, sobre todo, fue incapaz de trazar la arquitectura de tensiones con corrección, resultando una lectura en conjunto algo blanda y deslavazada. Convenció mucho más en su sólida y bien llevada lectura del Concierto para violín de Khachaturian, aunque tampoco logró hacer mucho -faltó un punto de creatividad e imaginación- para salvar una partitura con tres o cuatro magníficas ideas, pero algo vulgar y en exceso dilatada. El joven violinista polaco Kuba Jakowicz se dejó la piel en una interpretación irreprochable en lo técnico y muy sincera -dentro de lo que cabe- en lo expresivo. Impresionante. La interpretación de la celebérrima Sinfonía del Nuevo Mundo no fue para tirar cohetes. Lo mejor fue sin duda el trabajo con la orquesta, de la que la batuta extrajo una sonoridad muy hermosa y bien empastada, con unos violines que hacía tiempo que no sonaban así y un corno inglés maravilloso: a Sara Bishop los melómanos de Sevilla tendrían que ponerle un monumento. Hasta ahí, todo bien. Lo malo es que el director se limitó a leer la partitura con tempi ágiles y buen pulso pero sin decir nada en especial, ofreciendo una interpretación algo cuadriculada y en exceso convencional, atenta a lo épico y a lo lírico pero sin interés por la vertiente más dramática de la obra. Tal enfoque quedó en evidencia con el tratamiento que Steinberg aplicó a las trompetas en el clímax final, un verdadero disparate que sólo le he escuchado a Odón Alonso: en lugar de hacer que suenen rebeldes y desgarradas, se decantó por un ridículo enfoque triunfalista y hasta hollywoodiense que echó por tierra -hablamos del momento que da sentido a la trágica partitura- toda la interpretación.
ENLACES RECOMENDADOS Web de la ROSS: http://www.rossevilla.com Web del Maestranza: http://www.teatromaestranza.com
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