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DIEZ AÑOS DE CORO EN EL VILLAMARTA
Jerez, Teatro Villamarta. 14 de septiembre de 2007. Décimo aniversario del Coro del Teatro Villamarta. Obras de Mozart, Bizet, Tchaikovsky, Donizetti, Verdi, Bretón, Guerrero, Vives, Sorozábal y Penella. Ruth Rosique, soprano; Cristina Faus, mezzosoprano; Ismael Jordi, tenor; Juan Jesús Rodríguez, barítono; Felipe Bou, bajo. Orquesta Manuel de Falla. Juan Luis Pérez, director. Por Fernando López Vargas-Machuca. Merecidísimo el homenaje al Coro del Teatro Villamarta en el décimo aniversario de su fundación: si no fuera por este grupo de personas que sin cobrar un euro han entregado muchas horas de vida familiar, mucho esfuerzo y mucha ilusión para ensayar en horarios incómodos y condiciones no siempre óptimas un título tras otro, seguramente hubiera sido imposible -los costes se hubieran disparado- ofrecer las temporadas operísticas en Jerez en las condiciones en las que se ha venido haciendo. Pero esa deuda impagable que tenemos los melómanos con sus miembros tampoco debe hacernos adoptar una actitud acrítica frente a las insuficiencias de la agrupación, ni tampoco que se hagan sonar continuamente fanfarrias triunfalistas de corte más bien provinciano que, pese a lo que algunos puedan pensar, no le hacen ningún bien a nuestros músicos. Dicho esto, las cosas en este concierto-homenaje funcionaron de manera satisfactoria. El programa era muy bonito, el coro se lo sabía y el reto fue afrontado con entusiasmo y profesionalidad. Juan Luis Pérez lo dirigió con muchísima atención y el resultado fue convincente en lo técnico y, sobre todo, en lo expresivo, pues la calidez y el entusiasmo presidieron sus intervenciones. Sin duda el momento culminante fue un bellísimo “Va, pensiero” que sonó muy bien empastado y fue dicho con la emoción en los labios. Estupendo también “O Isis und Osiris” de La Flauta Mágica, dejando bien claro que la sección masculina del coro es bastante superior a la de las féminas. Y es que las sopranos tienden a gritar en el agudo y no siempre andan bien afinadas, como se vio en una “Habarena” de Carmen que, con todo, mejoró mucho los resultados que se obtuvieron en la ópera completa. Este desequilibrio volvió a quedar de manifiesto en los dos coros, masculino y femenino respectivamente, que se ofrecieron del Eugenio Oneguin, uno de los mayores éxitos de los diez años de historia de la agrupación. En los otros fragmentos verdianos seleccionados el coro puso más fuerza que refinamiento, claridad o atención al matiz, lo que no importó demasiado en una segunda parte dedicada íntegramente a la zarzuela, destacando una sensual “Habanera” de Don Gil de Alcalá y una muy entusiasta marcha de Los gavilanes. Eso sí, hay que reprochar una dicción la mayoría de las veces ininteligible, lo que en nuestro género no es muy de recibo. Tres innominados miembros del coro participaron como solistas en las “Lagarteranas” de El huésped del sevillano y en el “Coro de Bohemios” de Vives: bueno el barítono, digna la mezzo y floja la soprano, demostrando en cualquier caso que dentro de la agrupación jerezana hay materia prima interesante. La orquesta Manuel de Falla pocas veces se ha lucido en sus actuaciones en el Villamarta, pero en esta ocasión sonó de manera convincente, a despecho de unos violines poco empastados y de un metal con deslices; incluso ofreció algunas agradables sorpresas, como por ejemplo el solista de flauta en el “Eri tu” del Ballo verdiano. La dirección de Juan Luis Pérez, no en balde uno de los encargados de formar el coro hace diez años, fue sensata pero irregular, pues como es lógico y natural tuvo que andar más atento a que voces e instrumentos sonaran conjuntados que a cuestiones expresivas. Los mejores resultados los obtuvo en las páginas de zarzuela, que sonaron enérgicas y briosas ya que no refinadas, mientras que en Verdi, Bizet y Tchaikovsky hubo desigualdades; sí que acertó plenamente en Mozart, un compositor que el maestro jerezano ama de manera especial pero al que no siempre logra cogerle el punto cuando dirige. De los cinco solistas vocales invitados para la ocasión sólo nos entusiasmó Cristina Faus. Y mucha atención a esa joven mezzosoprano valenciana, porque su instrumento es homogéneo y muy hermoso y su línea de canto resulta tan elegante como sensual, marcándose una “Habarena” de Carmen de considerable altura. Desgraciadamente la otras veces estupenda Ruth Rosique tuvo problemas a la hora de cantar “En un país de fábula”, que además le quedó algo cursi. El entrañable Ismael Jordi -ya saben que inició su carrera en este coro- se presentó con un vibrato excesivo que afeaba su hermosa voz, si bien el regulador con que cierra la “Furtiva lagrima” sigue siendo estremecedor. El barítono onubense Juan Jesús Rodríguez le sigue poniendo mucho empeño a Verdi, y de ahí que aunque quizá no tenga ni el instrumento ni el estilo más adecuado, nos lograra ofrecer un “Eri tu” dicho con desarmante sinceridad. Felipe Bou, que nunca ha contado con mucha voz pero sí con técnica y sensibilidad, se limitó a cumplir en el “Despierta, negro” de Sorozábal. En cualquier caso a todos los citados hay que agradecerles su participación. Hay muchas cosas que desear para el futuro. Por ejemplo, que los miembros del coro sigan trabajando con la misma entrega y que ese trabajo sea justamente reconocido. Que poco a poco vayan paliando sus insuficiencias, aunque ello suponga buscar fuera de nuestro entorno nuevas y buenas voces que refuercen las secciones más débiles de la plantilla. O también, por qué no, que la alcaldesa, que se reserva dos páginas del completísimo libro conmemorativo editado para la ocasión -impagable testimonio gráfico de diez años de ópera en Jerez-, suelte los billetes para contratar cuando sea necesario agrupaciones foráneas que descarguen de trabajo a estos buenos aficionados de los que con frecuencia, y sobre todo esta última temporada, se ha abusado considerablemente. El Coro del Villamarta podría así dedicar más tiempo a cada título y los resultados mejorarían de manera ostensible. ¿No les parece?
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