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VUELVE LUCIA DI LAMMERMOOR
Por
Angel Riego
Cue. Lee su
Curriculum.
Oviedo, Teatro Campoamor. 24 de noviembre de 2007. Donizetti: Lucia di
Lammermoor. D. Rancatore, J. Bros, D. Jenis, F. Bou, J. Plazaola, M.J.
Suárez, M. Atxalandabaso. Coro de la Ópera de Oviedo. Orquesta Sinfónica
del Principado de Asturias (OSPA). Dir. musical: Roberto Rizzi Brignoli.
Dir. de escena: Emilio Sagi.
Tras dos "experimentos" (para las costumbres de Oviedo) como son poner en
escena el Tristán de Wagner y la Thais de Massenet,
parece que se imponía un retorno al repertorio más tradicional, a la ópera
que tiene la fama de haber sido más veces representada en el Campoamor:
Lucia di Lammermoor de Donizetti. Un título que ya presenciamos
en su última reposición en diciembre de 2001, y cuya crítica salió en su
momento en esta misma revista. En aquella ocasión, la escena era de Emilio
Sagi, y la pareja protagonista la componían María José Moreno como Lucia,
y José Bros como Edgardo.
Seis años después sólo ha cambiado la protagonista femenina, pues Bros
sigue siendo Edgardo y la escena vuelve a ser de Sagi. En esta ocasión
quien dio via a Lucia fue la soprano italiana Desirée Rancatore, que supo
dar matices dramáticos a su personaje y tuvo un dominio más que aceptable
de la coloratura. Quizás en los pasajes más intimistas, más "pianísimos",
aún nos quede un mejor recuerdo de la Moreno hace seis años, pero con todo
se trató de una Lucia de gran nivel. Aunque hay que decir que quedó en
parte eclipsada por Bros, que volvió a estar sensacional, confirmando por
qué es el ídolo del público ovetense para los papeles belcantistas: un
timbre bellísimo, cálido, apasionado, un canto refinado, rico en matices,
sin olvidar los agudos, imprescindibles para todo cantante belcantista. Y
junto a él, en el cuadro de honor merece estar otro secundario habitual en
estos pagos, el bajo Felipe Bou, en este caso como un impagable monje
Raimondo.
Por contra, el Enrico del barítono Dalibor Jenis, debutante en el
Campoamor, empezó muy mal, estentóreo, aunque luego borró esa mala
impresión inicial con una versión aceptable del personaje. En el corto
papel de Arturo estuvo asimismo aceptable otro habitual en los repartos
del Campoamor, Jon Plazaola, y el resto de los cantantes al menos
cumplieron. Buena actuación del coro de la Ópera de Oviedo.
En el aspecto menos favorable hay que hablar de la dirección de Roberto
Brizzi Brignoli, muy fogosa y con la que era imposible aburrirse, lo que
está muy bien, pero tan fogosa que toda la primera escena bordeó el
desastre, con los cantantes siempre fuera del compás respecto a la
orquesta. Parece mentira que un director que ya tiene a sus espaldas
cierto prestigio y un curriculum nada desdeñable pudiera caer en eso, que
hacía presagiar la función más floja en el Campoamor en muchos años.
Afortunadamente, las cosas se corrigieron pronto (debió ser más o menos
cuando salía a escena Edgardo) y la versión en lo musical estuvo al menos
la altura de la tradición belcantista de Oviedo.
La escena de Sagi fue básicamente la misma que la de hace seis años, con
las habituales camas que suben y bajan, alfombras de seda que cubren el
suelo y desaparecen por un agujero, etc. En conjunto, una muy buena
adaptación de Lucia acercándola más a un público actual al situarla en el
siglo XIX, la época de Walter Scott y de Donizetti, aunque en esta
reposición las indumentarias parecían haber avanzado algo más en el
tiempo, hasta la época victoriana de finales de siglo. La iluminación de
la escena fue ahora con algo más de colorido y menos "oscurantista" que lo
que recordamos de entonces. Aparte de estos matices, como decimos, la
puesta en escena fue básicamente la misma y volvió a gustar al público
ovetense, en un título de tanta tradición en la capital asturiana como
Lucia di Lammermoor.
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