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Número 13º - Febrero 2.001


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OBRAS MAESTRAS: GOYESCAS DE ENRIQUE GRANADOS.
"Goya y Granados al unísono".


Por Paula Coronas Valle. Lee su curriculum.

Considerando de enorme valor y trascendencia la música de nuestros compositores españoles, dedicamos este espacio a comentar una de las obras maestras del genial Enrique Granados: GOYESCAS, cuya inspiración como se deduce por el título, es claramente influenciada por el pintor aragonés Francisco de Goya.

Dicha obra ha sido revisada recientemente por la insigne pianista catalana Alicia de Larrocha, discípula directa de la escuela iniciada por Granados. En la versión que de Larrocha nos ofrece de GOYESCAS podemos apreciar una vez más al minucioso y valioso trabajo de esta intérprete, artista y estudiosa.

Situamos a Goya en una época de cambios trascendentales: En el momento de su nacimiento, el absolutismo estaba en pleno auge. Cuando muere, triunfan los nacionalismos. Culturalmente, el romanticismo se abre paso dejando atrás el período rococó y neoclásico. En el terreno musical, Goya nació cuando aún vivían Bach, Vivaldi y Haendel; a su muerte, maestros como Beethoven y Schubert ya se habían ido. Verdi y Wagner, forjaban por aquel entonces sus carreras. En resumen, en cualquier aspecto advertimos mundos radicalmente opuestos.

Goya es el artista de las mil caras: Es el pintor de la nobleza en sus salones, y círculos aristocráticos; retratista de monarcas y actrices de farándulas; de gobernantes y validos; del pueblo disfrutando en los ambientes campestres; de majos y majas enamorados y galanteadores; de intelectuales y filósofos del período de la Ilustración; de la esfera costumbrista y poses palaciegas...

Y sobre todo, es Goya el creador de "Caprichos", "Disparates", "Desastres de la guerra" y famosas "Pinturas negras".

Ahora bien, los temas musicales verdaderamente goyescos son los populares, nos referimos a tapices y telas en las que los instrumentos despliegan su sonoridad al aire libre. Así se pueden citar "El baile a orillas del Manzanares", "El ciego de la guitarra". Otros lienzos, aunque no colocan a la música en el papel preponderante, siempre nos ofrecen detalles que nos hacen pensar en ella. No olvidemos, que en aquella época, rara vez, la música dejaba de oírse en las fiestas ciudadanas.

A finales del s. XIX, siglo romántico por excelencia, coincidiendo con la conmemoración del nacimiento de Goya, resurge la tendencia a evocar estampas típicamente costumbristas madrileñistas. Y es precisamente en este marco en el que aparece nuestro genial compositor catalán Enrique Granados. Su música de salón, sincera y clara, se convierte en música española y universal a través de colecciones como sus Tonadillas en la parcela vocal, y sus famosas GOYESCAS, en el terreno pianístico, presentadas en 1911.

Pero veamos cómo ve la luz esta inmensa e inmortal partitura del repertorio pianístico:

"He tenido la dicha de encontrar algo grande. Las "Goyescas", "Los majos enamorados" llevan ya mucho andado. En su paso por el sendero de la verdad, se han cebado en los alamares de las vestiduras goyescas una porción de reptiles. Gracias a esos seres tan bajos me voy perfeccionando. Me sirve como punto de comparación y sin esfuerzo alguno me siento elevarme sobre ellos. Perdonemos". "Goyescas es una obra para siempre. En este punto soy un convencido". "Yo he compuesto una colección de "Goyescas" de gran vuelo y dificultad. Son el pago a mis esfuerzos por llegar. Dicen que he llegado. Me enamoré de la psicología de Goya; de su paleta. De él y de la Duquesa de Alba; de su maja señora, de sus modelos, de sus pendencias, amores y requiebros. Aquel blanco rosa de las mejillas contrastando con blondas y terciopelo negro con alamares; aquellos cuerpos de cinturas cimbreantes, manos de nácar y de jazmín posadas sobre azabaches, me han trastornado...".

Evidentemente, se observa aquí, a través de este impresionante testimonio del propio Granados, a un artista plenamente convencido y satisfecho de su obra maestra: GOYESCAS.

Se distribuye la pieza en dos cuadernos y un número independiente "El Pelele". Los títulos son los siguientes: Los Requiebros, Coloquio en la Reja, el Fandango de Candil, Quejas, o la maja y el ruiseñor, El amor y la Muerte y el Epílogo (Serenata del Espectro).

Se abre la primera parte con "Los Requiebros, de gran envergadura técnica. Se trata de una Jota, en donde sus ritmos se intercalan con una fantasía y colorido desbordantes. Es un alarde del mejor contrapuntismo, brillante hasta el máximo esplendor. La gran cantidad de adornos y ornamentación (mordentes, trinos, arabescos) hacen pensar en maestros como Scarlatti, el Padre Soler o Mateo Albéniz.

Contrasta el "Coloquio en la reja", inspirado en ambiente de amor y tragedia. Magnífica partitura en la que triunfan dos aspectos por igual: el instrumental y el vocal. Se exige al intérprete una dulzura especial para abordar estos pentagramas llenos de encanto, melancolía, fogosidad, sensualidad... Las propias indicaciones del maestro nos hacen reflexionar: "Todos los bajos imitando la guitarra", "con ternezza", "legatto en las notas graves" y sobre todo reina el "rubato". Nos referimos al rubato típicamente español, difícil de proporciones, elegante pero atrevido.

Se nos presenta el "Fandango de Candil", basado en la tonadilla de las "Currutacas modestas", como danza rítmica repleta de riqueza armónica. El piano se hermana con la guitarra, siendo siempre fiel a la elegancia y refinamientos consustanciales en Granados. En la parte central intercala un bello canto expresivo de hermosa melodía. El tresillo empaña el diseño rítmico de la pieza, recordando el soniquete de la castañuela. Atención especial merecen los últimos pasajes que encierran el más complejo virtuosismo y dificultad técnica.

"Quejas, o la maja y el ruiseñor", el fragmento más popular y quizás más inspirado de todo. Los numerosos Trinos permiten oír los cantos de la maja y del pajarillo. El romanticismo imperante en toda la pieza, deja traslucir la gran tensión pasional (cadenza ad líbitum). Podemos considerarla como auténtica joya del repertorio pianístico, por su gran calidad en la elaboración y la forma. Recordemos para su adecuada interpretación unas indicaciones del propio Granados: "Con celos de mujer, no con tristeza de viuda".

Granados, da comienzo a la segunda parte de esta colección, inspirándose en la tremenda dialéctica amor/muerte, presente en los "Caprichos" de Goya (el título del número 10 es precisamente El Amor y la Muerte). Quizás lo que más nos sorprende en estas páginas es la sencillez de forma y la escritura tan poco recargada. Sin embargo los efectos son empleados con el mejor gusto en la recopilación de temas ya previamente usados, extraídos de las piezas ya comentadas de esta serie. El momento cumbre es aquel en el que el tema de la maja, cobra un acento doloroso. La indicación es significativa: "Muy expresivo y como felicidad en el dolor".

Finalmente, aparece el Epílogo que encierra la "Serenata del espectro" que remite a la calenturienta fantasía del último Goya. Es un "allegretto" misterioso, de intención fantasmagórica en la copla. Un espectro castizo, tonadillesco, esquelético, desaparece templando las cuerdas de su guitarra...

Otra admirable estampa goyesca de Granados es "El Pelele", funciona mejor como pieza aislada que como colofón de Goyescas, ya que su estilo rompe esa suave y dramática línea de la que hemos hablado. De nuevo brilla la Tonadilla, y el virtuosismo y alarde técnico toman aquí las riendas de esta página llena de bravura, brío y efecto luminoso que la convierte en el exponente más claro de la madurez de un Granados consolidado.

Esta experiencia previa, induce al compositor, en colaboración con su amigo y famoso escritor Fernando Periquet, a componer una ópera que aprovechara el mismo material musical de la serie pianística, y cuyo libreto también estuviera presidido por el ambiente goyesco. Según declaraciones de Periquet y Granados, la pareja protagonista se inspira en el propio Goya y la Duquesa de Alba; Paquiro, el torero, es el Martincho que Goya pintó en varias secuencias de "La Tauromaquia", y el Capitán se atiene a un personaje de la serie "Los Caprichos", también del pintor aragonés.

El extremo de esta ópera GOYESCAS tuvo lugar en el Metropolitan neoyorkino, al que asistió expresamente el maestro Granados acompañado de su esposa. Cuando regresaba a España del exitoso estreno obtenido, el barco en el que viajan fue bombardeado por un torpedo alemán acabando así con esta intensa vida creadora.

Esperando que estas líneas hayan servido para conocer mejor nuestra propia música, a través de otro arte universal como es la pintura, nos despedimos de nuestros queridos lectores recomendando la audición de esta Obra Maestra, pata concluir con unas bellas palabras, que dedica Manuel de Falla a GOYESCAS:

"No olvidaré jamás la lectura de la primera parte de Goyescas; aquellas frases tonadillescas traducidas con tal sensibilidad; la elegancia de ciertos giros melódicos, unas veces impregnados de ingenua melancolía, otras de alegre espontaneidad, pero siempre distinguidos y sobre todo evocadores, como si expresaran visiones interiores del artista".