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Philippe Entremont y Zinedine Zidane Por Antonio Pérez Vázquez. Lee su curriculum.
Mi primera reacción fue (y no quiero que se rían) preguntarle si "era bueno". La respuesta fue una carcajada; deduje que sí lo era. No tenía excusa, el partido dejó de parecerme interesante y me apresuré a prepararme para la entrevista. Al llegar al teatro nos encontramos con que el maestro aún estaba en el escenario perfilando los últimos ensayos. Lo malo era que sólo faltaban cuarenta minutos para la función. Lo que no sabía el pobre hombre era que la función iba a comenzar con nosotros. Cuando comenzamos a ponernos nerviosos ante la posibilidad de que se hiciera tarde apareció el relaciones públicas para decirnos que el maestro nos esperaba. Sin más dilación pasamos a la zona de músicos (o como quiera que se llame esa zona donde habitualmente se encuentran los músicos antes de entrar en escena) donde nos recibió un anciano rechoncho y de cara amable. Nos saludó y nos estrechó la mano de forma cálida. La cosa empezaba bien. A renglón seguido le acompañamos al camerino, lugar elegido para realizar la entrevista. Tras abrir la puerta nos indicó que tenía calor y necesitaba "pure air" para estar dentro, para ello la ventana y la puerta deberían estar abiertas. La respuesta del redactor jefe de esta revista fue: "no, hay demasiado ruido para la grabadora ¿podría cerrar la puerta?". La consecuencia de esta pregunta fue un tremendo portazo que nos hizo dar un respingo en los asientos. Por lo visto tiene pulgas y de las malas. Pero la puerta se quedó cerrada, que era lo que buscábamos. Para colmo, justo antes de empezar con las preguntas llamaron a la puerta. Yo me agarré a la silla porque no sabía qué podía pasar, pero simplemente gritó "COME ON!!!!!!!!" de una forma que se enteraron hasta las gaviotas del puerto. Menos mal que me había agarrado a la silla. Cuando comprobó que era una componente de la orquesta (he dicho "una") componente de la orquesta que llamaba para felicitarle su cara cambió he incluso accedió a darle un par de besos. Esa santa mujer nos había salvado la vida. A partir de ese momento su carácter cambió, fue más amable (como al principio) y respondió de una forma animada a las preguntas que le formulaba mi amigo el redactor. Me chocaron dos puntos sobremanera: el primero el hecho de que no estudiara dirección y el segundo la poca fe (por no decir ninguna) que tiene en los musicólogos. Es un hombre que cree sobre todo en la práctica de la música, no en su teoría. Digo que me chocaron porque si no estudió composición tuvo que asimilar los conceptos de algún sitio, como cualquier buen autodidacta. A mi me da la impresión de que es un gran amante de la música y eso le ha hecho practicar tanto y tener un conocimiento tan profundo. Es como yo y los helados de chocolate. He de reconocer que lo mejor de la entrevista fue el final. Cuando el redactor de la revista le dijo que estaba en disposición de viajar a Estados Unidos su respuesta fue: "¿vas a ir nadando?". Haciendo clara alusión a la situación del espacio aéreo norteamericano. No era lo que me esperaba, fue más cachondo. La guinda del pastel fue la entrada en escena del "avisador" que nos interrumpió para preguntar al maestro si necesitaba algo y de paso "avisarle" (¿comprenden lo del nombre ahora?) de que sólo quedaban quince minutos. La respuesta fue "Sí, sí, todo bien. La primera parte muy bien y en la segunda...Zidane". El "avisador" asintió con la cabeza y se marchó. Personalmente creo que no se enteró muy bien de lo que dijo, pero yo sí que me enteré. Por primera vez tomé la palabra y le dije "Zizou" (para el que no esté familiarizado con el mundo del fútbol, Zidane es el nombre del mejor jugador de fútbol del mundo y Zizou su diminutivo; por cierto, es francés, como Philippe Entremont) él me miró y esbozó una sonrisa diciendo al mismo tiempo "Zizou". Esta anécdota es la que da el nombre a esta artículo. Buscó una forma bastante pintoresca para decir que la segunda parte saldría realmente bien. La despedida fue un poco atropellada, ya que faltaba poco más de diez minutos para que empezara la función. Le tendimos la mano para despedirnos ¡y nos la dio a los dos a la vez!(cada una de sus manos para una de las nuestras), la verdad es que tenía mucha prisa. Seguidamente dijo "fuera, fuera". Y la entrevista llegó a su fin. Un personaje singular y sorprendente, Philippe Entremont, el amigo de Zidane.
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