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Número 21º - Octubre 2.001


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MARIA CALLAS: EL MITO POR EXCELENCIA

Por Ignacio Deleyto Alcalá. Lee su Curriculum.

El pasado mes de Septiembre se cumplían 24 años de la muerte en París de Maria Callas y comenzaba lo que es y será la crónica de un homenaje anunciado cuando el próximo año se conmemore en todo el mundo un cuarto de siglo sin Maria Callas.

Entre las novedades más esperadas, está la película que Franco Zeffirelli rueda en estas fechas sobre los últimos años de la soprano. Probablemente sea Zeffirelli de los pocos que la conocieron bien en vida y que, por tanto, pueda aportar algo a los veinticinco años de su muerte. 

Muchas veces los aficionados se han preguntado qué tenía la Callas para alcanzar tal fama, prestigio y popularidad a pesar de tener una voz ingrata y poco bella y una técnica menos sólida que la de otras aunque esto no deja de ser un tópico más pues sólo hay que escucharla en un recitativo para asombrarse de su técnica sin mencionar sus trémolos, escalas, ligados y otras fioriture de tal perfección en su instrumento. El director Nicola Rescigno que la conocía tan bien decía: "Es un profundo misterio que una chica del Bronx educada en un ambiente sin inclinación a la ópera, se haya visto dotada de la capacidad de cantar el recitativo a la perfección. Tenía un sentido arquitectónico que le indicaba con toda precisión qué palabras debía acentuar en una frase musical y cuál era la sílaba exacta que había que subrayar en esta palabra."

Pero, ¿dónde estaba la magia de la Callas? Zeffirelli que la dirigiera escénicamente en un total de cinco producciones ha dado su punto de vista sobre este enigma y por eso le traemos aquí. Son extractos algo extensos pero creemos que no tienen desperdicio. Están recogidos en el estupendo libro Callas de John Ardoin y Gerald Fitzgerald (Londres, 1974). Habla Zeffirelli:

“La magia de la Callas es una cualidad que tienen pocos artistas, algo especial, diferente. Hay muchos artistas muy buenos, pero muy pocos que tengan este sexto sentido, esa cualidad extraordinaria. Es algo que los eleva de la tierra y los transforma en semidioses. La Callas la tenía. Cuando Maria sube a un escenario o empieza a hablar de su trabajo o se pone a tararear una melodía, inmediatamente adquiere esta cualidad adicional. Para mí Maria es siempre un milagro. No se la puede comprender ni explicar. Maria puede girar de la nada al todo, de la tierra al cielo. ¿Qué es lo que tiene esta mujer? No lo sé, pero cuando se realiza el milagro, Maria es un nuevo ente, es como si poseyera una nueva alma”.

Zeffirelli seguidamente trae a la memoria las míticas representaciones de Lucia en la Scala en las que Karajan dirigía musical y escénicamente. Habla Zeffirelli:

“Karajan no intentó dirigirla. Se limitó a disponer todo en torno a ella. La Callas representó la escena de la locura con un foco como una bailarina sobre fondo negro, y nada más. Karajan deseaba que todo en ella fuera música, música total. Era lo mejor que se podía hacer con la Callas. Creo que fue el único que supo comprenderlo. Estaba formidable con su media sonrisa, sus ojos y su boca. Era música viva, la ilustración perfecta de la música. Ningún director se lo había enseñado, era un don innato, la forma de crear el gesto exacto, el momento para hacer el movimiento preciso.” 

Sin duda, EMI CLASSICS que posee el mayor legado discográfico de Maria Callas presumiblemente volverá a la carga con más de lo mismo. Sin embargo, buen momento sería, por ejemplo, para publicar finalmente I Vespri Siciliani (Florencia, 1951) que fue anunciado para la edición Maria Callas pero que nunca llegó a salir. Esta versión con Boris Christoff, entre otros, y magnífica dirección de Erich Kleiber, tiene el atractivo de ser la primera grabación de una ópera completa por la Callas. Todavía no era una diva pero era ya poseedora de todo el poder vocal e instinto dramático que la hicieran legendaria.

Callas fue para la EMI lo que la Tebaldi para la Decca/London, quizás bastante más, como el paso del tiempo parece haber demostrado. Está claro que EMI tuvo en la Callas a su fichaje más rentable. La llegada de la soprano al sello inglés vino -como no podía ser de otra manera- de la mano de Walter Legge. (No hay que olvidar que si EMI tiene hoy el mayor y mejor fondo de catálogo de ópera es gracias a Walter Legge y su sabio sentido para contratar artistas y organizar repartos para sus grabaciones). La Callas estaba unida a la casa Cetra pero permaneció muy poco tiempo allí, solo grabaría unos discos, entre ellos la única Traviata de la Callas en estudio (aunque de sonido limitado), publicada recientemente por Warner Fonit. En cuanto Legge la escuchó cantar Norma en Roma, se propuso llevarla consigo e hizo que firmara por la EMI. Gracias a su interés, empeño y conocimiento del repertorio grabó muchas óperas con ella, casi todas como responsable de la producción y bajo su atento y fino oído. 

Pero, ¿qué es lo esencial del repertorio de la Callas? Se ha dicho con frecuencia que todo lo que cantaba la Callas lo hacía suyo y, como siempre, hay algo de verdad en estas palabras aunque sea un tanto exagerado. Pero también es verdad que unas cosas las hacía mejor que otras y que unos papeles le sentaban mejor que otros. Por ejemplo, todos esos roles de mujeres atormentadas le venían como anillo al dedo por su carácter, personalidad y sus dotes para la tragedia. Lo cual no quiere decir que no hiciera bien papeles más cómicos pero si tenemos que recordarla, lo haremos más como a "Norma" que como a "Rosina".

Maria Callas llegó a lo más alto en cuatro grandes óperas que desde entonces se han visto a través de su figura, sin menosprecio de otras grandes sopranos. Cuatro grandes títulos a los que muy pocas han servido como ella: Norma, Tosca, Traviata y Lucia. Estos son los cuatro pilares sobre los que se asienta la fama de la Callas y sin ellos es probable que esta fama no fuera tan legendaria. Por ello, cualquier aficionado a la ópera que se precie, debe tener estos cuatro títulos por la Callas en su discoteca. Varias son las grabaciones que hay -oficiales y piratas- y se puede estar a favor de una más que de otra pero disponer de esta galería de cuatro óperas con ella es, sin duda, obligado.

EMI nos ofrece ahora un recopilatorio similar a los muchos que han aparecido ya (EMI 5 67710 2). Un doble CD de excelente presentación llamado "Romantic Callas: sus mejores arias y dúos" que recoge un amplio espectro del repertorio de la Callas procedente de grabaciones completas y recitales. Como siempre en estas colecciones hechas con material de aquí y de allá, no puede estar todo pero como tarjeta de presentación para cualquiera que quiera conocer el arte de Maria Callas es más que suficiente. La ausencia sangrante aquí es la Norma de Bellini con su "Casta Diva" que nadie que la haya escuchado una vez por la Callas podrá olvidarla. 

Afortunadamente sí hay representación del resto. Tenemos Tosca con su increíble "Vissi d’arte" en la legendaria grabación con Victor de Sabata. Tenemos Traviata en la posterior versión de Lisboa (1958) con el "Libiamo" y el bello dúo "Parigi o cara" junto a un jovencísimo Alfredo Kraus. Y tenemos Lucia, representada aquí con dos conocidos momentos del final del 1º Acto en la versión de 1953 con Tullio Serafín de mejor sonido que la de Karajan (Berlín, 1955) que es la que hay que tener. 

A pesar de habernos negado "Casta Diva", podemos quitarnos la espina con una maravilla que muestra a la Callas en plenitud vocal y con toda su intensidad y capacidad dramáticas para dar vida a un texto y, por ende, a un personaje. Nos referimos a “La mamma morta” de Andrea Chénier que recibe aquí una lectura como pocas. También a la misma altura encontramos otra sensacional visión del recitativo y aria “Compagne, teneri amici.....Come per me sereno” de La Sonnambula de Bellini. Otros momentos importantes del doble disco son el aria y dúo de Madame Butterfly (Karajan): el genialmente interpretado “Un bel di vedremo” y el dúo de amor del 1º Acto “Vogliatemi bene, un bene piccolino” con Nicolai Gedda. 

Sin olvidar el "O soave fanciulla" de La Bohème, momento mágico de la obra que inicia el breve dúo de amor entre Rodolfo y Mimí en el que un texto de infinita poesía se funde a la perfección con una música de belleza indescriptible. En ella se encierra la esencia pucciniana y una inmejorable explicación del poder de la música (y el texto) sobre los sentidos. Sin duda, estamos ante una versión de altura aunque ninguna alcance a la de Karajan con Pavarotti y Freni (Decca, 1973).

Además de otras conocidas arias veristas (Cavalleria, Pagliacci, Adriana Lecouvrer, etc) y una buena representación verdiana (Rigoletto, Trovador, Aida, Ballo, etc) también hay lugar para la ópera francesa a la que Callas sabe servir con igual entendimiento (Saint-Saëns, Bizet, Massenet, etc) y cosas menos frecuentes como el "Non mi dir" de Don Giovanni (ya se sabe que se prodigó muy poco en Mozart) con una Callas en declive pero que sigue siendo grande. También se incluye el "D'amour l'ardente flamme" de La Damnation de Faust de Berlioz en la que describe sutilmente esa pasión reprimida a pesar de que, como con Mozart antes, su instrumento ya no estaba en sazón.

En definitiva, un recopilatorio de mucho interés para aquel que quiera entrar en el universo de esta controvertida cantante, diva y caprichosa, única e irrepetible que ha marcado un antes y un después en la historia de la ópera. Ya lo dijo Zeffirelli...A.C. y D.C.