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LOS
OTROS
Por "Don Profondo". Editada
nada menos que por Sony
Classical nos llega la banda sonora que Alejandro Amenábar ha
compuesto para su última cinta, y lo hace suscitando opiniones de lo más
diversas. El joven cineasta ha pasado a convertirse en adalid del cine
español en el extranjero, lo que se ha traducido en alabanzas sin fin y
una intensa presencia mediática; por ello era de esperar que no
tardaran en aparecer voces, en ocasiones no exentas de cierta envidia,
poniendo en tela de juicio su valía. Ciertamente puede haberse llegado
a una peligrosa sobrevaloración, pero ello no debería impedirnos
apreciar su talento: Los
otros es una hermosa película, y su partitura una estimable banda
sonora. Eso
sí, resulta significativo es que tanto la una como la otra tienen sus
puntos fuertes más en lo que no son, es decir, en su alejamiento de
algunos de los más molestos planteamientos del cine y la música
actual, que en sus propias virtudes. No hay estética de videoclip, el
efectismo se limita a dos o tres momentos clave e interesa antes la
creación de atmósferas
y la sugerencia que impactar con determinados recursos. Concretando
en la banda sonora, resulta ineludible la comparación con la de uno de
los filmes que más se han traído a colación al tratar sobre éste, El
Sexto Sentido. James Newton Howard también escribió una partitura
atmosférica y escasamente melódica, pero recurriendo a golpes de
efecto, orquestaciones a lo Ligeti y “sonidos fantasmagóricos”
sintetizados. Por el contrario, Amenábar no tiene tanto la intención
de subrayar como la de complementar la imagen, escribiendo una música
intimista, un tanto ingenua, que establece desde los créditos un
atractivo tono de relato infantil. En
su evidente eclecticismo –propio del noventa y nueve por ciento de la
música compuesta para el cine- hay una evidente inspiración en las atmósferas
de Debussy y post-impresionistas ingleses como Delius, Vaughan Williams
o Britten, lo que resulta muy acorde con la ambientación
espacio-temporal de la acción. Señalemos como algo más que una anécdota
que el último de los citados compuso una estupenda ópera sobre la
fascinante novela de Henry James The turn of the screw, cuya primera
versión cinematográfica, la admirable película de Jack Clayton The
Innocents, ha sido una reconocida fuente de inspiración para Amenábar. Ahora
tenemos que hacer referencia a una cuestión espinosa. Hace tiempo que
ciertas voces vienen afirmando que Amenábar entraría dentro de esa
denostada categoría de músicos de cine que es la de los
“silbadores”, aquellos que ya desde el Hollywood clásico y hasta
preclásico, dado su desconocimiento de la escritura musical, se han
limitado a tararear la melodía a diversos arreglistas. Tales
acusaciones se agravaron a raíz de la sustitución de la partitura
original de Ángel Ilarramendi para el filme de José Luis Cuerda La
lengua de las mariposas por otra salida de su mano. El
asunto resulta en exceso complicado –demasiados intereses en juego-
como para llegar aquí a una valoración rotunda, pero podemos reparar
en varias circunstancias. Primero, componer en formato MIDI sobre el
teclado –como parece que hace Amenábar- va mucho más lejos de
tararear. Segundo, ésta es una partitura que no toma como base la línea
melódica: la orquestación no es mera transcripción y desarrollo de
unas células base, sino la música en sí misma, lo que no deja lugar
al clásico “yo compongo dos temas y vosotros los desarrolláis una y
otra vez”. Tercero,
tal opción puede resultar escasamente atractiva para aquellos que van
buscando algo que canturrear, lo que explica que algunos encuentren más
apetecible, por ejemplo, el vuelo melódico del citado Ilarramendi en su
reciente partitura para El Celo, precisamente nueva y fallida adaptación
de The turn of the screw. Abundando en tal comparación podría señalarse
que, al poner música a una historia hasta cierto punto parecida, el
vasco ha optado por una línea digamos “post-moderna”, no muy
alejada del denominado “minimalismo sacro” polaco de los Kilar o
Preisner tan queridos por algunos aficionados, mientras que el de
Santiago de Chile (pues allí nació nuestro artista) ha preferido el
neoclasicismo inglés. Afirma
Amenábar en las notas de la carpetilla que la música cinematográfica
fue su gran pasión desde pequeño, y que su posterior trayectoria en el
mundo del cine no deriva sino de ella. De ahí que haya que valorar este
disco no como un trabajo de madurez de un profesional, sino como la
correcta e interesante partitura de un gran aficionado a las bandas
sonoras que ha hecho realidad un sueño casi imposible, el de ser a un
tiempo director, guionista y compositor de sus propias películas,
merced a una afortunada conjunción de iniciativa, contactos, suerte y
–por descontado- notable talento. No se merece que le regateemos esto
último. Orquestaciones de Xavier Capellas, Claudio Ianni, Lucio Godoy y Alejandro Amenábar. London Sessions Orchestra, Claudio Ianni. 41’. Sony Classical SK 89705. |