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Número 24º - Enero 2.002


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UNA NAVIDAD FRANCESA Y MÁS RAMEAU POR WILLIAM CHRISTIE 

Por Ignacio Deleyto Alcalá. Lee su Curriculum.

A través de los tiempos la Navidad ha sido motivo y origen de un gran número de obras musicales compuestas para acompañar a los actos religiosos que celebran el Nacimiento de Jesús. Celebraciones que para los cristianos empiezan ya el primer domingo de Adviento, cuarto domingo antes de Navidad. 

Particularmente en nuestro país y por desgracia, toda esa música permanece apartada de sus escenarios originales y olvidada de la mano de Dios. No tanto por dificultad o falta de medios sino más bien por  falta de interés y sensibilidad hacia la música. 

El ansiado y por otra parte tan necesario “aggiornamento” propiciado por el Concilio Vaticano II sepultó las peores herencias del pasado eclesiástico pero trajo a la Iglesia Católica una actualización musical que no fue sino un verdadero lastre con la entrada de machaconas guitarras y penosas adaptaciones de canciones pop-rock y, en consecuencia, la absoluta indiferencia hacia una herencia de incalculable valor. ¿Puede haber mayor empobrecimiento cultural?

A lo más que podemos aspirar en esta época navideña es a escuchar el Mesías de Handel que, en realidad, sólo plantea la Navidad de refilón y que nunca fue pensado para su interpretación en Navidad. A pocos se les ocurre, por ejemplo, programar el Oratorio de Navidad de Bach, obra de similares características a la de Handel, cuyo título dice todo de su adecuación para estas fechas. De menor dificultad e igual belleza sería presentar alguna de las dos obras que contiene este disco dedicado a M. A. Charpentier en impecables versiones de William Christie: In Nativitatem Domini Canticum H416 y Messe de Minuit pour Noël H9 (ERATO 8573-85820-2)

La mayoría de las obras compuestas por Charpentier estuvieron destinadas a la Iglesia. Entre ellas destaca el conocido Te Deum, cuya versión por Christie para Harmonia Mundi sigue siendo la referencia junto a la de Minkowski (DG). Las obras que recoge este último disco de Christie fueron probablemente interpretadas en la Iglesia de Saint Louis en la que Charpentier era “maitre de musique” elegido para el puesto por los Jesuitas por ser “el más profundo y experto entre los músicos modernos”.

In Nativitatem Domini Canticum es un pequeño "Oratorio de Navidad" lleno de bellas melodías y emotivas secciones corales. Destacaremos el contemplativo comienzo con un sereno preludio orquestal, seguido de un intenso recitativo para tenor contestado por el coro hasta la explosión de júbilo sobre la palabra repetida “Veniet”. Más adelante, nos encontramos con un encantador interludio instrumental titulado “Nuit” que sirve de preludio al alegre despertar de los pastores. De gran refinamiento y serenidad tiene un efecto balsámico similar al de la "Sinfonía" del Oratorio de Navidad de Bach. Sorprende su parecido con la introducción a la canción de la Noche en The Fairy Queen de Purcell y es uno de los más bellos momentos de todo el disco. Tras la Adoración del Niño Jesús, otro sentido momento de la pieza, se llega al coro final precedido por otro de carácter popular. 

La Messe de Minuit pour Noel H9 viene aquí acompañada por algunos de los villancicos en los que se basa esta Misa interpretados en su versión instrumental tras los números corales (Noëls sur les instruments). Tenida como una de las obras más apreciadas de Charpentier no tiene desperdicio, ni necesita más recomendación que su escucha, particularmente, en una interpretación tan acertada como la del fundador de Les Arts Florissants que mantienen invariable su estilo a pesar de los años y de los cambios en la plantilla.

Elogios, por ello,  para William Christie que nos ofrece versiones que resaltan el colorido instrumental y vocal de la escritura de Charpentier. Mención especial para flautas y fagotes que tienen un papel destacado en la Misa. Tan sólo es de lamentar el algo molesto latín afrancesado  del conjunto francés. Habrá que pensar, para nuestro sosiego, que Charpentier no lo habría entendido de modo diferente. El interés por la autenticidad  no sólo llega a la interpretación sino también a la terminología. Como ya es habitual en varios sellos, se adopta la terminología tradicional francesa para las voces que corre paralela a la de los instrumentos: haute-contre (contra-tenor), dessus (soprano), taille (tenor), basse (bajo).

En definitiva, bello disco navideño alejado de tópicos con dos grandes obras corales interpretadas magistralmente por uno de los mayores especialistas en esta música. 


Jean-Philippe Rameau es uno de los grandes compositores de la primera mitad del siglo XVIII. Autor de óperas de importancia capital como Castor & Pollux, Les Indes Galantes o Hyppolyte et Aricie se tuvo que enfrentar en su tiempo a la críticas de los partidarios de Lully, el otro gran operista francés, anterior a Rameau, por el cual siempre mostró su admiración.

Christie ha sido uno de los grandes defensores de Rameau del que ha interpretado y grabado todas sus grandes obras para la escena, muchas de las cuales han sido premiadas por la crítica internacional. En este último registro nos presenta obras menos conocidas pertenecientes a los último años del compositor: La Guirlande y Zéphyre (ERATO 8573-85774-2). Aunque denominadas como ballet en un acto se las puede calificar de óperas en miniatura. Ninguna de las dos llega a la hora de duración pero en su brevedad quizás radique su mayor interés por la necesaria concentración de medios. 

De la primera destacaremos el aria “Ranimez-vouz” para tenor, aquí interpretada maravillosamente por el “high tenor” Paul Agnew y la interesante y florida aria a cargo de la soprano Sophie Daneman “Tout languit dans nos bois” que supera con creces las dificultades de coloratura que plantea la pieza. Entre los abundantes momentos instrumentales en forma de danzas destacaremos la breve “Air gracieux” con la nostálgica “musette”, especie de gaita francesa con fuelles.

Zéphyre -también de ambiente pastoral evocador de la Arcadia clásica- tiene un argumento más artificial pero eso no le resta un ápice de su interés musical aunque esté por debajo de La Guirlande, la mejor de las dos. Un buen ejemplo de la maestría de Rameau en la escritura musical de diálogos (que a pesar de su extensión nunca llegan a cansar), lo encontramos en el dúo entre Cloris y Zéphyre “Où suis-je?” perfectamente interpretado aquí por Gaëlle Méchaly y Rebecca Ockenden, voces frescas, transparentes, de ideal carácter dramático y ajustadas ornamentaciones.

Para esta ocasión William Christie ha colaborado con la Cappella Coloniensis de la WDR. La orquesta no desdice para nada de la habitual de Christie aunque quizás se note menor flexibilidad y elegancia que en Les Arts Florissants. 

Disco, por tanto, que hará la delicias de los amantes de la música antigua francesa con una excelente toma de sonido y presentación exquisita.