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ROTA
Y KORNGOLD,
LOS “RAROS” DEL MAESTRANZA
Sevilla,
Teatro de la Maestranza. 12 de diciembre de 2001. Ópera en concierto. Con
Marco Moncloa (barítono), Miguel López Galindo (bajo), José Zapata
(Tenor), Carmen Teba (soprano), Ángel Rodríguez (tenor), Laura Alonso
(soprano), Guillermo Orozco (tenor), Pedro Cuadrado (tenor). Miembros del
coro de la A. A. del Teatro de la Maestranza. Ricardo Marsano, piano y
dirección musical. Nino Rota: La noche de un neurasténico. Erich
Wolfgan Korngold: La serenata silenciosa (selección de arias).
Por
Fernando López Vargas-Machuca.
Lee su curriculum.
Iba
a comenzar este artículo con un encendido elogio hacia la dirección del
Teatro de la Maestranza por la excelencia de la programación lírica de
la sala baja, de alta calidad en lo interpretativo y de enorme interés en
lo que respecta a los programas. Sin embargo, la reciente publicación en
la prensa local (a partir de fuente no oficial, todo hay que decirlo) del
avance de la programación operística nos hace retomar lo que habíamos
planteado en nuestro comentario del reciente Andrea Chénier,
y dolernos porque se persevera en un lamentable conservadurismo en lo que
a la sala grande respecta.
Veamos:
Otello (con López Cobos, Gegam Grigorian y Carlos Álvarez), Walkyria
(Janice Baird y Elisabete Matos, con Marc Soustrot a la batuta), Don
Pasquale (dirección escénica de Jonathan Miller y protagonismo de
Carlos Chausson) y Manon Lescaut (con José Luis Castro al frente y
el reciente triunfador de Chénier, Fabio Armiliato). Nada que
objetar a la calidad de los títulos ni a la categoría interpretativa,
dignas de toda alabanza. El problema es que en sus once años de vida el
Maestranza ya visto en escena nueve producciones verdianas, cuatro de
Puccini, otras tantas de Donizetti
y tres de Wagner. Nada de Monteverdi, ni de Haendel, ni de Lully,
ni de Rameau, ni de Gluck, ni de Beethoven (¡Fidelio se ambienta
en Sevilla!), ni de Mussorgsky, ni de Tchaikovsky, ni de Berg, ni de Janácek,
ni de Prokofiev, ni de Shostakovich, ni ... ¿hace falta seguir?
Los
responsables del teatro están faltando a uno de sus principales deberes,
el de formar al público. Ofrecer a trescientos espectadores en la sala de
abajo óperas inhabituales (el año próximo, de Poulenc y Holst) sirve
para satisfacer a los melómanos ya cultivados, pero no para que el grueso
de los aficionados a la lírica de Sevilla demanden algo más que ópera
decimonónica italiana y los otros cuatro o cinco títulos del repertorio
tradicional.
Dejémoslo
ahí de momento y volvamos a la estupenda función a la que asistimos el
pasado doce de diciembre en la sala Manuel García. En ella pudimos
escuchar páginas de dos importantes compositores clásicos que son
conocidos fundamentalmente por su labor cinematográfica, Nino Rota y
Erich Wolfgan Korngold. Del primero, su tan intrascendente como divertida
ópera radiofónica La noche de un neurasténico (1960), muy
ingeniosa y con ese peculiar sentido del ritmo y la melodía que
caracterizan al autor, que bien pudiera ser calificado de Prokofiev
italiano. Del segundo, una selección de su último trabajo escénico, La
serenata silenciosa (1946-50), comedia musical en el estilo de la
opereta vienesa, decadente y azucarada pero de innegable hermosura. Lástima
que las notas al programa no nos dieran casi ninguna información sobre
estas dos páginas, aparte de la sinopsis. Un descuido lamentable.
Fue
sólida la labor directorial de Ricardo Marsano, quien supo diferenciar
perfectamente los estilos y con maestría a los solistas, si bien el piano
le sonó a veces bastante emborronado. Un aplauso para los cantantes, en
gran medida reciclados de la amplia nómina de secundarios del Chénier.
No todos llegaron bien a la segunda parte, pero el nivel medio fue muy
alto; incluso fueron dignos los solistas que salían del Coro de la
Asociación de Amigos del Teatro. A destacar el buen hacer de uno de los
grandes secundarios de la ópera en España, Miguel López Galindo.
Pero
hemos de elogiar sobre todo al excelente barítono -y notable actor-
barcelonés Marco Moncloa. En Korngold tuvo algunos problemas, pero en
Rota resultó extraordinario, como al encarnar a Lamparilla en el Barberillo
de hace dos temporadas. Este joven está dando mucho que hablar, con toda
la razón. Felicitaciones al Maestranza por haber contado con tan buenas
voces jóvenes para este y otros espectáculos. Ojalá que tuviéramos que
darle la enhorabuena también por un giro radical a los títulos de su
programación. Por mi parte, voy a pedirle a los Reyes Magos La zorrita
astuta y El Gran Macabro, aunque, como este año he sido malo,
lo mismo me traen la reposición de Alahor en Granada. Me lo tengo
merecido.
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