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SABER DISTINGUIR: CLÁSICA O NEW-AGE. Por Pablo Vázquez Gómez. Guionista y articulista. Queridos amigos: me gustaría, de la manera más breve
y concisa que me sea posible, definir por fin las diferencias entre estos
dos estilos que son radicalmente opuestos y los cuales estoy harto de que
los confundan continuamente. Cada vez que acudo a una tienda de discos (ya sean exclusivamente las de venta solo de este producto o centros comerciales) estoy harto de ver las maravillosas obras de Philip Glass, Michael Nyman, Wim Mertens, Kronos Quartet, ¡incluso Arnold Schönberg, o hasta Vivaldi!, en el apartado de discos que llevan un rótulo superior en el que se lee: “new-age” (nueva era). Con esto pretendo expresar lo que antes era muy evidente y que parece ser que algunos grandes almacenes van cambiado lentamente por fin (será por vergüenza ajena), discerniendo y teniendo un poco de respeto por determinados músicos que no tienen la culpa de la estulticia que afecta a los empleados correspondientes. Es más, muchos centros ya utilizan otro término, Nuevas Músicas, que viene a querer acabar con el otro anglicismo, aunque no sea del todo correcto. Estableciendo
diferencias: la música new-age no tiene que ver en absoluto con la clásica
actual ni contemporánea, y solo porque ésta se haga más mediática y
conocida para el “gran” público no merece tal maltrato (aunque no
solo ellos,
músicos como Pat Metheny, que es toda una
autoridad del jazz, Vangelis, o grupos de rock sinfónico también
lo sufren). La
música new-age es un estilo que nació de no se sabe donde, y que
responde a una estética un tanto “cósmica” relacionada con paisajes
naturales, espaciales, puestas de sol (esto está muy explotado) sonidos
tranquilos y sosegados y teorías un tanto sectarias. Y este último dato
no está mal documentado ni es fruto de la subjetividad, ya que,
realmente, new-age es el nombre de una famosa secta que habla sobre el
futuro y sobre como hay que vivir el presente mientras se está en él, y
que guarda relación con los “futurólogos” que quieren pensar en un
mañana mejor, pero no con la música. Con lo cual, lo que aquí se quiere
decir es que new-age es un término (musical) que no existe, que no puede
denominar a ciertos grupos y artistas, tan solo a un estilo (o como quiera
llamársele) que se nombrará más tarde, pero no a verdaderos músicos
que no quieren ver ensuciada su reputación con esta denominación y no la
aceptan ni de broma. Por
new-age hoy en día se puede aplicar a ciertos productos sonoros hechos
para relajar al oyente y para determinados medios (curar el insomnio,
etc.) que no suelen tener autor que ya están especialmente diseñados
para ello y llevan ese término para venderse mejor, y pueden encontrarse
en tiendas “ecológicas”, “esotéricas”, y de esa clase. Lo
demás, toda lo restante, se engloba en un estilo correspondiente que
puede ser muy minoritario o no, a no ser que los propios autores (que
nunca suele ocurrir) quieran formar parte del inviable género. No
se sabe exactamente cuando nació, tan solo que se popularizó y dan como
fundador de la “explosión” comercial al arpista suizo Andreas
Vollenweider, que logró vender más de 10.000 copias de su disco en
una sola tienda (increíble pero cierto) y de ahí salió su expansión
definitiva. Al
paso de los años, nacieron nuevos sellos, como Windham Hill (que
hoy en día abarca varios estilos musicales), y nombres como Ray Lynch
(de estilo discutible) que popularizaron aún más el estilo para los que
buscaban su rápida implantación.
Pero,
como ya se ha dicho, pasaron los años y alguien se dio cuenta de que ese
término no era justo y era una forma de “malnombrar” la música de
artistas como Ennio Morricone, George Winston, Mark Isham,
que los decidieron encerrar en otro término no muy clarificador: Nuevas Músicas
(del que tampoco gustan y es del rechazo del autores), aunque hoy en día
ya cualquiera puede opinar y sentar una base sobre unos y otros.
Pues bien, la razón, como he dicho antes, de que arremeta
contra la “new-age”, es que compositores tan serios y excelentes como
los que pertenecen a la clásica no deben estar abocados a situarlos en
tan horroroso lugar, en un término que suena a prefabricado, que trae un
mal significado para todo y que no tiene que ver en absoluto con lo que un
oyente del susodicho estilo está buscando (los que compran new-age suelen
ser yuppies, en su mayoría, que buscan la tranquilidad por vía musical,
y no los giros minimales de Glass, o los “chillones” saxofones
de la Michael Nyman Band). Con
lo cual, pediría a los responsables de cada centro (y advierto a los
interesados) que, si no saben situar la música actual en su lugar, no es
problema nuestro, porque también existe, y han de saber que no solo Beethoven,
Mozart, o Verdi son clásicos, no, también existen muchos
otros que en absoluto poseen el sonido inexistente que se conoce como
“new-age”. Aviso
al despistado oyente: sepa distinguir, infórmese bien, y recuerde, no
compre nunca por comprar lo que le venden vulgarmente, fíjese en la
calidad.
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