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CHAILLY LLEGA A BARTÓKPor "Don Profondo". He
aquí uno de esos infrecuentes casos en los que un nuevo registro de obras
grabadas hasta la saciedad ofrece novedades de importancia. Hasta cierto
punto era de esperar, porque Ricardo Chailly es uno de los mejores
directores del momento (incluso no dudan ahora en alabarle quienes hasta
hace poco le desdeñaban) y la Orquesta del Concertgebouw sigue siendo una
de las más prodigiosas del orbe. ¿Qué aportan, pues, a páginas de las
que batutas como las de Solti, Abbado y Boulez habían dejado grabaciones
referenciales? Fundamentalmente,
la sensualidad. Y es que el milanés, que tanto ha trabajado la música
del XIX, y más concretamente la ópera italiana, sabe cómo inyectar al
repertorio en el que mejor se mueve, el sinfonismo del siglo XX, una dosis
de cantabilidad, de lirismo si se quiere, que ofrece nuevas y muy
interesantes perspectivas. Pero que nadie se piense que estamos ante
versiones pseudo-románticas o domesticadas. En absoluto: la fiereza de El
Mandarín Maravilloso - versión completa-, el ambiguo misterio que se
cierne sobre el Concierto para orquesta, la modernidad tímbrica y
armónica que caracterizan la escritura de Bartók, están aquí puestas
de relieve como lo hacen los más grandes expertos en la materia. Bartók: El
mandarín maravilloso (ballet completo), Concierto para orquesta.
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