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Número 24º - Enero 2.002


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RATTLE EN VIENA

Por Angel Riego Cue. Lee su Curriculum.

          

La Filarmónica de Viena, siempre considerada una de las dos mejores orquestas de Europa (junto a su homónima de Berlín), ha gozado tradicionalmente de la dirección de maestros de primerísima fila, cuya enumeración sería interminable. Pero en la década de 1990, tras la muerte de Karajan y Bernstein, y más tarde la de Solti y la retirada de Giulini, los vieneses quedaron prácticamente huérfanos de directores de talla comparable a los grandes del pasado, dentro de una sequía generalizada (en todo el mundo) de grandes batutas: les quedan, por ejemplo, el muy irregular Abbado o Pierre Boulez, excelente en el repertorio contemporáneo, pero no en otros. Por ello no es extraño que la Filarmónica vuelva sus ojos hacia uno de los valores más cotizados de la actualidad entre los directores nacidos después de 1950, el británico Simon Rattle, de quien hablábamos en esta sección hace justamente un año: comentábamos entonces su elogiadísima trayectoria de 18 años al frente de la Sinfónica Ciudad de Birmingham, y su elección para suceder a Abbado como titular de la Filarmónica de Berlín.

Ahora nos llega un CD grabado precisamente hace un año (diciembre de 2000) con Rattle al frente de la Filarmónica de Viena, enfrentándose a dos obras del repertorio más trillado: la Quinta Sinfonía de Beethoven y el Concierto para violín de Brahms.

La Quinta Sinfonía de Beethoven ha conocido muchas de sus más grandes recreaciones en Viena: desde la "clásica por excelencia" de Furtwängler hasta algunas interpretaciones de los años 70 como la nerviosa y brillantísima de Carlos Kleiber o la, si se quiere, más "gangosa", pero igualmente espléndida, del ciclo de Leonard Bernstein. Aparte de haber sido dirigida por tantos grandes maestros, no en vano fue Viena el lugar del estreno de la obra, y de una tradición interpretativa que se ha prolongado hasta hoy.

Una tradición con la que precisamente parece querer acabar la edición crítica de la partitura preparada por Jonathan del Mar, que es la utilizada por Rattle, y que hace sonar la obra mucho menos romántica y más dieciochesca de lo que se escucha siempre. En el libreto del disco se nos explica que la Quinta Sinfonía venía siendo retocada y "adaptada" con mayor o menor fortuna desde el siglo XIX, y que las alteraciones aprobadas por Weingartner (que por otro lado se declaraba contrario a los retoques que hacían otros) continúan usándose hasta el día de hoy. Esta nueva edición crítica, ya utilizada en parte por Abbado en su ciclo Beethoven berlinés, es posible que se acabe imponiendo.

Por todo ello se comprendería que esta interpretación pudiera interesar más por lo que aporta de nuevo en la partitura utilizada que por los propios logros de la ejecución; y de hecho así es, pues la de Rattle nos parece una buena interpretación, pero lejos de la altura de las antes mencionadas, y por debajo también de algunas grandes versiones en sonido DDD, como Giulini-Los Angeles, Solti, y alguna otra (y mejor no contar las ADD); claro está, dentro de lo que pueda resultar procedente comparar interpretaciones que no provienen de la misma partitura.

La dirección de Rattle, fogosa como es habitual en él, hace sonar a la obra algo "mecánica", y por otra parte no hay mucha distinción entre diferentes planos sonoros, el sonido de la orquesta nos llega emborronado (no sabemos hasta qué punto tendrá en esto la culpa la toma de sonido); tampoco es el sonido de la Filarmónica de Viena al que estamos acostumbrados. Otras características de esta interpretación podrán parecerles a unos virtudes y a otros, defectos; por ejemplo, lo poco prolongados que son algunos calderones, con los acordes desvaneciéndose en seguida, a los acostumbrados a escuchar versiones románticas les parecerá que reduce la grandeza de la obra, mientras que los simpatizantes del historicismo dirán que la rescata de la "contaminación" wagneriana.

A cambio, muchos pasajes de la obra suenan nuevos; no necesariamente mejor que los "de toda la vida" pero sí nuevos, como esa presencia tan destacada del flautín en el movimiento final. Lo mejor de la interpretación es la atención que presta a los momentos líricos, que muchas veces pareciera que no existen en esta sinfonía, con una delectación especialmente poética en los remansos de la obra (como el minuto 4:30 del primer movimiento); también podrían citarse los matices dinámicos que rompen la "uniformidad" habitual en ese aspecto. En resumen, no es la Quinta que recomendaríamos como primera versión a comprarse, pero su interés indudable sí que tiene, sobre todo para los que deseen escuchar algo distinto de "lo de siempre".


Lo que parecería ser el complemento del disco es en realidad su máximo punto de interés, pues encontramos uno de los poquísimos (si no el único) concierto para violín del gran repertorio que faltaba por grabar a esa colosal artista que es la violinista coreana Kyung Wha Chung, cuyo nombre suena hoy mucho menos que otros con menos méritos. El sonido de la Chung, cálido, humanísimo, aunque la afinación no sea tan perfecta como la de un Perlman, nos conquista desde el principio de la obra, y la dirección de Rattle es mucho más "tradicional" de la que ofrece en Beethoven, dando entre los dos un Brahms muy lírico. Una de las versiones de este concierto más interesantes que hemos oído en los últimos años.



REFERENCIAS:

BEETHOVEN: Sinfonía nº 5 ; BRAHMS: Concierto para violín
Kyung Wha Chung, violín/ Filarmónica de Viena/ dir. Simon Rattle
EMI 7243 5 57165 2 1