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RATTLE
EN VIENA
Por Angel
Riego Cue. Lee su Curriculum.
La Filarmónica
de Viena, siempre considerada una de las dos mejores
orquestas de Europa (junto a su homónima de Berlín), ha
gozado tradicionalmente de la dirección de maestros de
primerísima fila, cuya enumeración sería interminable.
Pero en la década de 1990, tras la muerte de Karajan y
Bernstein, y más tarde la de Solti y la retirada de
Giulini, los vieneses quedaron prácticamente huérfanos
de directores de talla comparable a los grandes del
pasado, dentro de una sequía generalizada (en todo el
mundo) de grandes batutas: les quedan, por ejemplo, el
muy irregular Abbado o Pierre Boulez, excelente en el
repertorio contemporáneo, pero no en otros. Por ello no
es extraño que la Filarmónica vuelva sus ojos hacia uno
de los valores más cotizados de la actualidad entre los
directores nacidos después de 1950, el británico Simon
Rattle, de quien hablábamos en esta sección hace
justamente un año: comentábamos entonces su
elogiadísima trayectoria de 18 años al frente de la
Sinfónica Ciudad de Birmingham, y su elección para
suceder a Abbado como titular de la Filarmónica de
Berlín.
Ahora nos llega un CD grabado precisamente hace un año
(diciembre de 2000) con Rattle al frente de la
Filarmónica de Viena, enfrentándose a dos obras del
repertorio más trillado: la Quinta Sinfonía de
Beethoven y el Concierto para violín de Brahms.
La Quinta Sinfonía de Beethoven ha conocido
muchas de sus más grandes recreaciones en Viena: desde
la "clásica por excelencia" de Furtwängler
hasta algunas interpretaciones de los años 70 como la
nerviosa y brillantísima de Carlos Kleiber o la, si se
quiere, más "gangosa", pero igualmente
espléndida, del ciclo de Leonard Bernstein. Aparte de
haber sido dirigida por tantos grandes maestros, no en
vano fue Viena el lugar del estreno de la obra, y de una
tradición interpretativa que se ha prolongado hasta hoy.
Una tradición con la que precisamente parece querer
acabar la edición crítica de la partitura preparada por
Jonathan del Mar, que es la utilizada por Rattle, y que
hace sonar la obra mucho menos romántica y más
dieciochesca de lo que se escucha siempre. En el libreto
del disco se nos explica que la Quinta Sinfonía
venía siendo retocada y "adaptada" con mayor o
menor fortuna desde el siglo XIX, y que las alteraciones
aprobadas por Weingartner (que por otro lado se declaraba
contrario a los retoques que hacían otros) continúan
usándose hasta el día de hoy. Esta nueva edición
crítica, ya utilizada en parte por Abbado en su ciclo
Beethoven berlinés, es posible que se acabe imponiendo.
Por todo ello se comprendería que esta interpretación
pudiera interesar más por lo que aporta de nuevo en la
partitura utilizada que por los propios logros de la
ejecución; y de hecho así es, pues la de Rattle nos
parece una buena interpretación, pero lejos de la altura
de las antes mencionadas, y por debajo también de
algunas grandes versiones en sonido DDD, como Giulini-Los
Angeles, Solti, y alguna otra (y mejor no contar las
ADD); claro está, dentro de lo que pueda resultar
procedente comparar interpretaciones que no provienen de
la misma partitura.
La dirección de Rattle, fogosa como es habitual en él,
hace sonar a la obra algo "mecánica", y por
otra parte no hay mucha distinción entre diferentes
planos sonoros, el sonido de la orquesta nos llega
emborronado (no sabemos hasta qué punto tendrá en esto
la culpa la toma de sonido); tampoco es el sonido de la
Filarmónica de Viena al que estamos acostumbrados. Otras
características de esta interpretación podrán
parecerles a unos virtudes y a otros, defectos; por
ejemplo, lo poco prolongados que son algunos calderones,
con los acordes desvaneciéndose en seguida, a los
acostumbrados a escuchar versiones románticas les
parecerá que reduce la grandeza de la obra, mientras que
los simpatizantes del historicismo dirán que la rescata
de la "contaminación" wagneriana.
A cambio, muchos pasajes de la obra suenan nuevos; no
necesariamente mejor que los "de toda la vida"
pero sí nuevos, como esa presencia tan destacada del
flautín en el movimiento final. Lo mejor de la
interpretación es la atención que presta a los momentos
líricos, que muchas veces pareciera que no existen en
esta sinfonía, con una delectación especialmente
poética en los remansos de la obra (como el minuto 4:30
del primer movimiento); también podrían citarse los
matices dinámicos que rompen la "uniformidad"
habitual en ese aspecto. En resumen, no es la Quinta
que recomendaríamos como primera versión a comprarse,
pero su interés indudable sí que tiene, sobre todo para
los que deseen escuchar algo distinto de "lo de
siempre".
Lo que parecería ser el complemento del disco es en
realidad su máximo punto de interés, pues encontramos
uno de los poquísimos (si no el único) concierto para
violín del gran repertorio que faltaba por grabar a esa
colosal artista que es la violinista coreana Kyung Wha
Chung, cuyo nombre suena hoy mucho menos que otros con
menos méritos. El sonido de la Chung, cálido,
humanísimo, aunque la afinación no sea tan perfecta
como la de un Perlman, nos conquista desde el principio
de la obra, y la dirección de Rattle es mucho más
"tradicional" de la que ofrece en Beethoven,
dando entre los dos un Brahms muy lírico. Una de las
versiones de este concierto más interesantes que hemos
oído en los últimos años.
REFERENCIAS:
BEETHOVEN: Sinfonía nº 5 ; BRAHMS: Concierto
para violín
Kyung Wha Chung, violín/ Filarmónica de Viena/ dir.
Simon Rattle
EMI 7243 5 57165 2 1
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