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Número 24º - Enero 2.002


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HARRY POTTER Y LA PIEDRA FILOSOFAL - John Williams

Por Joaquín R. Fernández.

John Williams lo ha vuelto a conseguir. Acostumbrados a su maestría, a veces olvidamos lo difícil que es componer en situaciones en las que productores y realizadores te piden una y otra vez lo mismo, intentando imitar con ello éxitos pasados. Cierto que "Harry Potter y la Piedra Filosofal" recuerda a otras partituras de este genial compositor (a "Solo en Casa" y "Hook" me remito), pero también hay que reconocer que, por sí misma, destila una magia especial, tan intensa como aquélla que ha surgido de la imaginación de J.K. Rowling.

A través de un tema central que inunda toda la partitura con sus adecuadas notas ("Prologue"), Williams nos sume por completo en la fantasía de un mundo de hechiceros e imposibles. La identificación de esta música con el argumento de la película es asombrosa, pues discurre con naturalidad entre los personajes y los acontecimientos.

Se trata de un perfecto nexo con las imágenes de Chris Columbus, no resultando nada molesta su constante repetición durante toda la obra. El compositor incluye, además, otro pasaje musical diferenciado que alterna a lo largo de la obra; delicado y hermoso, es un fiel compañero para el central.

Pero Williams no se limita únicamente a crear una atractiva música que sepa subyugarnos con su encanto. Ya desde los primeros minutos de película cuida con esmero las descripciones, como así lo acreditan las notas que acompañan al encendido de las farolas por parte de Dumbledore, por ejemplo. Quizás esto actúe en su contra, o al menos eso es lo que pensarán aquellos que procedan a la audición del compacto sin haber visto el filme, pero conviene tener presente que una banda sonora siempre se crea para servir de acompañamiento a unas imágenes, por lo que no todo han de ser melodías de fácil retención o vibrantes piezas orquestales.

En todo caso, los que adoran las grandes sonoridades a las que nos tiene habituados el autor de El Imperio del Sol, disfrutarán con "The Quidditch Match". Su comienzo recuerda débilmente a determinados pasajes de La Amenaza Fantasma, con efectivas fanfarrias que anticipan la trepidante competición que comenzará tras ellas. También resulta interesante "The Chess Game", que posee elementos percusivos que acompañan a la orquesta y que ganan presencia según se desarrolla la pieza; con posterioridad sucede lo mismo con los instrumentos de viento.

Probablemente la banda sonora de Harry Potter y la Piedra Filosofal será recordada por su acertadísimo tema central, pero hay en ella ingredientes suficientes como para no tener que depender tanto de tan poderoso corte. Elegante, melódica y heterogénea, esta partitura vuelve a demostrarnos que el gran John Williams sigue en plena forma.