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Número 44º - Septiembre 2.003


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HERREWEGHE RETRATADO 

Por Ignacio Deleyto Alcalá. Lee su Curriculum.

Philippe Herreweghe mostró interés por la música coral muy pronto. De niño fue corista en un colegio jesuita. Más tarde se convirtió en director de coros del mismo colegio. Tras su paso por el conservatorio de Ghent (Bélgica) y mientras estudiaba psiquiatría en la facultad, fundó un coro amateur de doce voces "a mayor gloria de Bach". De aquella época nacen sus mayores influencias musicales personificadas en Gustav Leonhardt con el que gracias a un golpe de suerte tuvo la suerte de colaborar en la primera grabación completa de las Cantatas de Bach para Telefunken. El mismo reconoció que tras la experiencia no tuvo la menor duda de donde estaba su futuro. Hasta ese momento compaginaba su afición por la música con el trabajo de psiquiatra en un hospital. Poco después abandonaría la práctica médica para dedicarse a la música profesionalmente.
 

Muchos piensan que la foto de una persona puede dar información sobre su carácter o personalidad y -si nos aventuramos un tanto y lo aplicamos a lo que aquí nos ocupa- puede decir algo sobre su forma de hacer música. Según esto, si miramos a muchas de las fotos que ilustran los discos de Herreweghe, podríamos pensar que el director belga es un hombre de poca chispa, introvertido y aburrido, muy estudioso y algo asceta. Y como diría un amigo “además parece que nunca ha comido caliente”. Curiosamente algunas voces - las mismas que suelen favorecer el Bach anglosajón, más brillante y contundente- han tildado muchas veces su Bach de aburrido, pálido, poco brillante, falto de aliento y demasiado espiritual. ¿Es ésta una descripción apropiada para un hombre que ha dedicado la mayor parte de su vida al universo coral de Bach*? ¿Dice su foto algo de esto ...?

¿Cómo podemos describir entonces su Bach? Hace pocos meses en estas mismas páginas comentábamos su primera versión de la PSM. Allí decíamos: “Desde sus comienzos Herreweghe se caracterizó por establecer un puente entre la profundidad espiritual de la vieja guardia alemana y el uso de instrumentos originales y de voces entrenadas en el barroco. Poco convencido por las teorías minimalistas y poco provocador, el Bach de Herreweghe reúne profundidad, transparencia y fluidez rítmica.En nuestra opinión, aplicar adjetivos como "aburrido" o "pálido" a su Bach no es atinado aunque algo de verdad encierra, aparente sobre todo en los resultados corales. Precisamente tanta contemplación y espiritualidad le llevan a caer en cierta blandura y flaccidez y de ahí la impresión de que la fuerza arquitectónica y dramática de la música se vean un tanto resentidas. Todo lo contrario al poderío de un Harnoncourt, la brillantez de un Gardiner o la vivacidad y fantasía de un Koopman. Efectivamente el Bach del belga es profundo y espiritual, hasta místico si se quiere (y a algo así debe sonar la música coral de Bach) pero a veces le falta energía y mordiente. Por contra, la perfecta afinación, la atención al texto, el fraseo preciso y la claridad polifónica de su magnífico coro son constantes reconocibles en el Bach de Herreweghe. Tampoco
muestra nada de la rigidez prusiana de anteriores maestros germanos.

Todas estas características que hemos aquí perfilado en búsqueda de respuestas las podemos encontrar en este nuevo disco de cantatas. Con él, Herreweghe continúa -sin prisa pero sin pausa- su paseo por las cantatas de Bach, picando aquí y allá en el vasto corpus coral de Bach. Esta vez ha elegido tres obras poco conocidas, compuestas para el domingo de la Trinidad entre 1723 y 1725. De hecho, las versiones rivales pertenecen a las varias integrales que hay en el mercado actualmente. De las tres cantatas la más famosa es la BWV 20, O Ewigkeit, du Donnerwort, de idéntico texto al de la BWV 60, una de las más bellas cantatas de Bach. 

La BWV 20 tiene gran interés musical y es una de las más largas (cuatro arias y un dueto más los habituales recitativos y corales). Comienza con un espectacular coral en forma de obertura francesa que recuerda mucho a alguna de las suites orquestales de Bach hecho aquí sin demasiada majestuosidad e impacto dramático, como con pocas ganas (aquí se muestra la palidez apuntada antes). 

En esta cantata encontramos dos de las arias más bellas de todo el disco, ambas para bajo. La primera, “Gott ist gerecht”, muy lírica y placentera, con oboe obligado. Tanto Peter Kooy como el veterano Marcel Ponseele al oboe dan a la música el encanto exacto apoyados ambos por el fluido tempo marcado por Herreweghe. La segunda, “Wacht auf, wacht auf”, de tono justiciero y que incluye trompetas (quizás poco contundentes aquí) vuelve a tener en Kooy un traductor ideal; su dicción es inmaculada, además de ornamentar con valentía y pulcritud. Ya se sabe, hoy como ayer, Kooy es uno de los mejores servidores de Bach.

También destacaremos el interesante dueto “O Menschenkind” para soprano y tenor, acompañado sólo por el bajo continuo, que nos permite disfrutar de la voz de Jan Kobow, una voz ligera de gran atractivo por su dulzura y adecuación estilística y la de la soprano, Johannette Zommer que está aun mejor en su aria “Dein sollst hell beliebter Schein” de la BWV 176. Jan Kobow también luce su bello timbre y su buen hacer en sus otras arias solistas. De la contralto, Ingeborg Danz, de voz oscura pero de escasa agilidad e identidad, anotaremos su “Ermuntert euch” para oboe d’amore, donde parece moverse con mayor comodidad que en “Tilg, o Gott, die Lehren” (BWV 2).

En definitiva, estamos ante un disco que muestra todo lo bueno y también algo de lo malo del Bach de Herreweghe. Amplitud y recogimiento en los momentos más líricos y reposados y cierta apatía en otros de más fuerza o brillantez. Por su contenido poco transitado no podemos recomendarlo a quienes deseen empezar su periplo por las cantatas de Bach (éstos pueden acudir a varios de los títulos discográficos de Herreweghe para HM) pero sí a los ya iniciados pues seguramente no duplicarán ni una sola obra.

 

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*Bach, Mozart, Beethoven, Schubert, Mendelssohn, Brahms, Berlioz, Fauré, Bruckner... ¿Por qué tan pocos autores barrocos en su discografía? ¿dónde están Handel, Telemann o Zelenka? Resulta sorprendente pero este reputado músico, uno de los auténticos “Founding Fathers” del movimiento historicista centroeuropeo, con montones de discos dedicados a Bach, no tiene, por ejemplo, ni una sola grabación de Handel, ni siquiera de un oratorio. Hasta Karl Richter -nombre ligado a Bach como ninguno- tiene en su haber no pocas grabaciones de Handel. Para el belga el sajón debe ser un compositor poco místico y espiritual, es decir, “humano, demasiado humano” (No debe sorprender que, después de Bach, el compositor más admirado por el director sea Anton Bruckner, al que ha comparado en no pocas ocasiones con el Cantor de Leipzig por su monumentalidad y espiritualidad).
 

REFERENCIAS:

J.S. BACH: Ach Gott, vom Himmel sieh darein BWV 2. O Ewigkeit, du Donnerwort BWV 20. Es ist ein trotzig und verzagt Ding BWV 176. Johannette Zomer, soprano. Ingeborg Danz, contralto. Jan Kobow, tenor. Peter Kooy, bajo. Collegium Vocale Gent. Philippe Herreweghe, director. HARMONIA MUNDI HMC 901791.

Página web: www.harmoniamundi.com